LA CRUZ Y LA DAGA PARTE UNO.


PROLOGO

En un pueblo olvidado  y confundido por el temor, cruzaban forasteros que se dirigían por el sendero que causaba terror en el rostro de cada campesino; jinetes de aspecto y de vestir lúgubre pero amables de rostro, consigo llevaban al niño que observaban con resquemor los abismados habitantes, cruzándose en su camino uno qué cerraba el paso, en medio de su turbación. __ “¡No entres por el paso a las cavernas  llevas un niño contigo puede padecer dolor, el cómo también ustedes!”—exclamaba el campesino al erguido hombre. 

Escuchando su consejo interrogaba  el jinete, mientras el chiquillo que acababa de cumplir doce no dejaba de mirar a los afligidos campesinos. __ ¿Y qué es lo que guarda este sendero boscoso?

__ Muerte, dolor, y oscuridad, no aflijas a la madre del muchacho ni destruyas a su padre. 

Con curiosidad miraba al niño que entablaba conversación, interrumpiendo al jinete de edad avanzada, pero que aún era fuerte como un soldado de guerra.

—¿Qué es lo que hay allí? —preguntaba con el tono de voz más pasivo, que habían oído.

—Responde al muchacho. — exigía el jinete.

__ Hace mucho tiempo que nuestro bosque se pintó de oscuridad causando mal en nuestra vida, empezó con nuestros rebaños pero termino con nuestros hijos; cuánto dolor hay en nuestras almas porque también hermanos amigos que decidieron ir contra ella, no regresaron.

__ ¿Y quién es ella? __ preguntaba una vez más el jinete.

 __ Una sierva de Satanás que no contenta con ofrecer nuestros rebaños, rapto a nuestros hijos, que Dios envié aún niño amador y conocedor de su poder: y nos libre de este demonio.

 Se refería el campesino a los niños de Dios, al recordar sus exorcismos y victorias sobre los brujos.

Conociendo los forasteros ese día sus tristezas,  y miedos, no dudaban los jinetes en ayudar a los débiles campesinos. __ Guárdense en sus casas y oren a Dios, pues será nuestra ayuda por el funesto caminó para hallar a la maldita. 

Las gracias daban a los nobles jinetes, aún sin saber que pasaría, y obedecían al hombre, que procedía a internase al sendero sombrío.

__ El niño debe resguardase aquí,  no puedes llevarle contigo. 

 Giraba el chiquillo su cabeza para observar al hombre, que por el suplicaba respondiendo el hombre sabio.

__Él ha decido ser valiente, por eso el entrara al sendero maldito. __ con asombro en sus rostros, divisaban al jovencito, que entraba al nefasto camino  que la niebla y el frío, le cubría.

Aún paso prudente y discreto  cabalgaban, y contemplaban sin hallar una pista de la pérfida bruja; adentrándose al bosque donde el aire y la hierva eran funestos, rodeaba Norgavan y Serag  al chiquillo liderando Mandalg el trayecto, empezando el día a oscurecer y dejar la luz atrás. —Debemos hallar un lugar donde descansar, hasta ahora no hemos hallado rastro de ella. 

Miraba Mandalg al niño acercarse al río, al observar Mark  las cavernas río arriba —Hay cavernas en esa montaña. 

—Sólo que primero debemos mirar que no halla peligro en ellas, los lobos y osos buscan sus guaridas —decía Norgavan al descender del corcel —El camino es angosto debemos bajar de los corceles, y guiarles. 

—Una antorcha será necesaria —Preparaba Sareg la luz que les guiará, caminando con prudencia por el estrecho camino, observando Mark  como solía ser un niño curioso, aún en su madurez. 

—¿Que tanto te causa inquietud? —le preguntaba Mandalg. 

—Hay montañas muy altas, solo que. 

—Que. 

—Hay algo extraño en ellas. 

Expresaba el niño llegando a la cima de  una cascada de cristalinas aguas, pero frías que no se atrevían a tocar por la baja temperatura; entrando Mandalg a la caverna encendían varias antorchas y miraban como era una guarida perfecta y segura, oyéndose desde allí con un fuerte eco cada sonido del bosque, sentándose en una de las rocas el niño mientras preparaban los monjes una bebida caliente, tomando en su mano el niño un fuerte tronco miraba como estaba oculto de la vista de ellos, y apretaba el tronco mirando como su mano de niño lograba aplastarle, sintiendo temor Mark de él mismo. 

Observaba Mandalg al niño pensativo acercándose a el al pasar una taza de un rico chocolate, y dulces  galletas —Si no te  doy tus galletas favoritas tu madre me abofeteara. —reía el chiquillo a su gracia —¡Que pedirás de cumpleaños!

—Que mi madre no muera y se quede conmigo. 

Entristecía a Mandalg su respuesta —Un sueño frustrado algo que anheles.

—Conocer algún día las tierras de Tranang. 

—Si gran sueño porque no, después de terminar otras misiones que tengo iremos a ellas. 

—Enserió será divertido se que mama irá también. 

Decía  el niño mostrando Mandalg en su rostro tristeza, al conocer como Krestin, estaba muy débil. 


 —Ahora duerme ten cúbrete con este grueso abrigo —tomaba el niño caminando hasta el lugar donde se acostaría, se disponía Mandalg a levantarse deteniéndole el madero que había sido destruido por una gran fuerza, como si fuese polvo; posando su mirar discreto en él niño, percibía que  le ocultaba cuanto había incrementado su extraña fuerza. 

Dormía Mark en un profundo sueño despertando al sentir una fuerte soledad, que era rodeada por la fuerte oscuridad de la caverna; solo escuchando a los monjes dormir se levantaba al sentirse incómodo; sintiendo  el paso de  algo que desconocía. Posando sus ojos la aterradora bruja sobre el niño al tomar sus corceles, con un fuerte grito expresaba su enojo hasta despertar del funesto sueño; escuchando a los monjes charlar aún mientras bebían chocolate, observaba Mark que en aquel mismo lugar de su pesadilla una sombra qué sé acercaba, entrando con gran furia el siervo rojo, golpeaba todo a su paso dispuesto a matarlos, aislando Mandalg al niño se disponían a matar al animal porque era dominado por una fuerte ira. 

—Es obra de la bruja mátenlo. 

Alzaban sus armas frenándolos el niño con un fuerte grito. 

—No lo hagan, no es obra de la bruja ella sufre. 

Miraban los monjes fijos al animal, las lágrimas brotar de sus ojos —¿Porque sufre? —preguntaba Mandagl, al conocer la espiritualidad del niño. 

—Ella mato a sus crías sufre a causa de esto. —descendía el niño hasta el siervo rojo —Déjanos seguir yo prometo que el mal que ella puso al bosque, se irá. —hablaba al animal calmando su ira, decidiendo subir  a la cima de la caverna. 

Esperaban que la mañana llegase para descender,  oteándoles desde lo lejos el siervo rojo, que su esperanza ponía en ellos de que el bosque libre sería otra vez; volviendo a  pisar el sendero pérfido en total silencio cabalgaban, al recordar lo sucedido. 

 __ ¿Como podremos conocer su guarida? __ preguntaba uno de los jinetes.

__No duerman y se dejen confundir por lo demás, pues el mundo comete el error de dormir y no ven lo que a su alrededor crece, y se fortalece. 

 La capucha en su rostro observaba el barbado hombre, al audaz niño. — Tus convicciones son muy decididas entras aquí conmigo, y no regresas atrás temblando, y llorando, es para mí un halago haber sido tu consejero todo este año, conozco cuál es tu miedo y terror pues tú madre yace en su lecho, y no sabes si lograrás llegar antes de su partida.

Respondía el niño con una lagrima brotar de sus ojos, recordando Mandalg como ocultaba el incrementar de su fuerza: llegando la preocupación de una madre a su mente; una tarde de bello esplendor guardaba Mandalg uno de sus libros acercándose Krestin al ver al monje a solas. 

—¿Como has visto su comportar todo este tiempo, que ha pasado contigo?

—El niño es sabio inteligente, pero hay una debilidad en el cual me preocupa es el temor, y su poca paciencia se llena de ira y rabia con facilidad. 

—¡Su fuerza a menguado o incrementado!

—No hay variación en ella es la misma siempre —veía alivio Mandalg en el rostro de la  madre. 

Frenando su cabalgar el  jovencito, sus rostros con un expresar de ira se tornaban, y ganas de capturar a la malvada mujer; por los cuerpos que calcinados se hallaban colgando como muestra de su maldad. 

— Eran estos los hombres que en busca de ella vinieron, está cerca de nosotros nos rodea.

 Sus armas en mano y cuidadosos al observar, seguían el camino alcanzando a ver el jovencito una pequeña llamarada, que se atisbaba entre la niebla; la cual alertaba a los demás que la guarida de aquella que servía a Belial  estaba cerca, rodeados por un bosque que solo había  silencio y se sentía como la sangre se congelaba, con las armas apuntando no bajaban guardia, observando al niño que debían proteger mientras aún crecía  y maduraba, con el pasar de los años.

Volviéndose para la bruja que se ocultaba tras la niebla, una provocación alarmando a su protector de la muerte que a sus espaldas se acercaba; con clamados aterradores en su voz, cuales les ponía en aviso, disparaban a su enemigo que se ocultaba nuevamente tras la niebla. 

—¿Es mujer como dicen? 

Preguntaba uno de ellos.

__ No sé quién sea, pero es un maldito engendró, sin tan solo saliese el sol te podría ver maldita hija del mal. 

 Decía el anciano que aún en medio de su labor, creía en aquel que un niño de Dios confiaba.

Rozando su espalda Mark contra la pared de madera tosca, y funesta, rodeaba la casa perdiéndose de la vista de Mandalg , porque el sonido de niños escuchaba provenir de lo profundo de la casa: inclinándose bajo el suelo para observar lograba atisbar el cuarto bajo tierra, decidiendo arrastrase por el estrecho suelo  hasta aquel aposento, indeciso de hablar al no saber si era su enemigo quien se hallaba allí. Su boca preparaba para decir una palabra al que tras las paredes de madera se escondía, retractándose al oír los seguidos disparos y el grito de sus voces. 

—Está allí  corre  dónde está el jovencito. 

 Quejidos de dolor  y angustia se oía de los monjes, y fuertes gritos de muerte que turbando su corazón por el silencio absoluto: le obligaba a salir con rapidez del estrecho suelo, observando a su alrededor solo  niebla, lograba divisar en medio de ella el cuerpo  sin vida de Serag, y  símbolos  de su triunfo.

Caminando el niño en medio de la cortina blanca de frío,  su rostro se volvía desafiante y enfadado, llegando los rayos del sol que traspasando la intensa niebla  dejaba a la luz lo que tras ella se escondía, atando a su cuello el lazo que trozaba a Mandagl sus dientes crujían como bestia, y al chiquillo contemplaba con obsesión: y con convicción de cazarle pues era este diferente a todos, emergiendo de la niebla el único monje que en pie seguía, su arma disparaba en repetidas ocasiones actuando con rapidez la nefasta bruja, hería de muerte a Mandagl con su mismos disparos.

— ¡Noooooooo!— exclamaban los dos contra la bruja.

Ganando el enojo del niño  quitaba su capucha sacando la espada que su espalda sostenía, mientras sufría al ver a su maestro en el suelo. 

— Ven a mi maldita bruja, pues soy yo lo que quieres. —con desafíos le incitaba, a ir contra el. 

__ No Mark. 

 Gritaba el anciano que luchaba al pararse del suelo, que le llevaba a la muerte.

Mientras veía al niño responder al ataque de la dominada mujer por una legión de demonios, la agilidad de un guerrero que no dudaba en golpear con irá; hostigaba a la mordaz bruja que pedía tregua al jovencito hablando entre sus dientes. 

—¿Que clase de niño eres? pues los que se hallan bajo el suelo solo son débiles  y llorones, deja que te mate como ellos se dejan.

— ¿Si quieres hacerlo porque te frenas?

 Sorprendido de su astucia temía por el Mandagl, pues se convertía en algo más que un enemigo; de un Meibionseren.

Huyendo hasta su guarida la bruja desidia amedrentar, y asesinar frente a él a los que defendía; porque percibía como eran la debilidad  del niño  que le enfrentaba, sellando la puerta no era de impedimento para el chico que trepaba con agilidad hasta la ventana, derribándole con un golpe de su mano.

—Mi señor debemos entrar he ir con él. —Decía Norgavan suplicando Mandagl no ser abandonado.

—Él ya es tan capaz de hacerlo, y creo que nos superará hoy a todos.

—Es solo un niño.

— Te equivocas Norgavan su aspecto es de un niño, pero su espíritu ya no lo es, ellos quitaron su niñez Mark jamás se ha comportado como un niño.

Caminaba Mark por la oscura casa que le llevaba hasta los escalones, los cuales descendía con suavidad mientras tocaba su espada: restos de sangre y escritos en sus paredes divisaba, y sus pasos sentía tras el dejando que pensará que era la que actuaba sin el saber, apretando con fuerza su espada mientras ella apuntaba un cetro que su punta era como una filuda daga, dispuesta su cuerpo atravesar, contra el se lanzaba segura de sí misma esquivando su fallido intento su arma clavaba contra el suelo deteriorado que hasta el fondo del aposento caía, dejando a la vista de Mark lo que ocultaba bajo el suelo.

En medio de gemidos de desespero sus bocas selladas, no les dejaban exclamar por salvación; observando en medio de lágrimas al niño que peleaba con ella mientras bajaba su daga para traspasar su corazón, su mano giraba logrando ver a la bruja gritar de dolor, mientras trataba de componer su brazo.

—Piedad. — pedía la bruja que trataba de engañar al sagaz niño, porque sorprendida de él estaba pues eran sus golpes como los de un fuerte hombre, en un bajo y joven niño.

Sin dar respuesta alguna le observaba en silencio, no dejando su asolapada manera de actuar tomar la delantera; lograba despertar su ira su perspicaz manera de enfrentar  que contra el decidida a sacar  su corazón se levantaba, doblegándole una vez más contra el suelo de un golpe, por todos los que había herido el filo de la espada ponía contra su pecho y traspasaba hasta el fondo, mientras observaba su rostro aterrador gritar. 

—Yo viví por años en este bosque mate a todo el que en busca de mi derrota venía, bebí la sangre de los corderos para él y la de los puros me disponía a ofrecer; pero llegaste tu un niño y me derrotas. 

Decía mientras gritaba y agonizaba, y su vida veía marcharse de su cuerpo, llorando en medio de una leve sonrisa al mirar los niños sentir paz, y alivio, porque ya presos del temor no estaban.

Levantándose el único monje en pie  hasta la casa se aproximaba, en busca del niño que no salía de ella, deteniéndose su paso al ver los pequeños que de su mano salían sonriendo al ver los rayos del sol otra vez, mientras el rostro del  niño guerrero las  lágrimas le bañaban como una fuerte tempestad, al ver cómo los que amaba morían, caminando descontrolado en su llorar hasta Mandalg sostenía su cabeza del suelo, pudiendo el monje ver a los chiquillos que en sus rostros no dejaban de agradecer, a los valiente hombres.

—Que fuerte y valiente es mi chico, Mark debes apurarte tu madre te espera, cuéntale todo lo sucedido y diles cuánto amo Mandalg, a tan sabios ancianos.

— Tu mueres, quiero llevarte hasta casa.

—No lo lograrás ya no siento mi cuerpo, mi sangre se congela. 

Decía en medio de una expresión de dolor mientras apretaba con fuerza su brazo, destrozando el corazón de Mark que invadido de tristeza; pedía a Norgavan quemar aquella casa tomando la antorcha que alumbraba la entrada, procedía a no dejar en pie nada de ella.

Corceles se oían galopear y a su encuentro salían los campesinos, hallando felicidad y tristeza; a la vez, gritaban en las calles. 

—Muerta está. 

 Preguntando el nombre del vencedor. —¿Fueron aquellos hombres que traen ya lejos de nuestro mundo, quien la derrotaron? Sus  tumbas estarán en nuestro campo y nos recordará su valentía.

—No el  que quitó su reino de estas tierras, es el  niño que llora inconsolable, el fue quien le mató. 

Con  temor y asombro al pequeño observaban, y consolaban al ver que su quebranto torturaba su corazón: poniendo en tumbas cavadas por los aldeanos los cuerpos de Serag y  Mandalg, colocaba Norgavan sobre ellas la  gran cruz, y oraba en un gran lamento la muerte de los guerreros como también Mark.

Siendo un agonizante recuerdo para Mark en el camino, llevándole a casa el único jinete que sobrevivía consigo, cabalgaban veinte días con la incertidumbre si lograría despedirse de su madre; llegando una mañana cuando el comienzo de la nieve iniciaba; nuevamente Mark se veía en Snoigan Berg y subía la colina que de lo alto dejaba ver sus tierras, no dudando en descender a toda prisa hasta la gran reja, solía Kurt el leal administrador de la casa sentarse a la puerta, de la gran mansión, en la espera de lo que haría feliz por última vez a Kerstin que resistía en cama. 

Su cabeza inclinaba Kurt recostada contra sus rodillas y las manos en ella  en señal de la ansiedad que sentía, escuchándose el sonido de la gran reja esa mañana al pisar otra vez el suelo de su hogar; Mark Meyers, observaba a Kurt como si preguntara al mirar; llenándole de esperanza su corazón con palabras que salían de su boca, siendo la mejor medicina. 

— Tu madre a resistido aún en su agonía, sube pues eres su último deseo. 

Subiendo a toda prisa el muchacho observaba con resquemor la soledad en la que había arribado hasta su hogar, pues con tres jinetes había salido, y solo uno regresaba no incluido Mandagl quien por muchos años había sido su maestro en sabiduría; como también le había instruido en las artes del combate, y la lucha contra los altos brujos del mundo.


 Con un paso silencio su mano temblorosa ponía contra la puerta, conteniendo sus lágrimas en un profundo respirar le miraba dormir con un débil aspecto; tocando su cabellera blanca se disponía a besar dejando caer una de sus lágrimas, la cuál rosaba su piel pudiendo reconocer el calor de su hijo sus ojos despegaban y sonreía para el, al acariciar sus mejillas con gran alegría. 

— Tus lágrimas en mi frente  hicieron mi corazón palpitar, como en mi juventud.

— No debes morir ya empieza a caer la nieve, las montañas se cubrirán con ella y los lagos serán un espejo.

—No moriré estaré contigo todos los días al salir el sol, y en la fría noche te abrasare cuando el terror repentino desee arruinar tu reír. 

 decía gozando de su mirar y cada expresión de su rostro—No sabes cuántas noches lloré en mi juventud, no había una sola en la que no suplicara a Dios por la oportunidad de un hijo, vi pasar años y mi piel se deterioró como una fruta seca pero aun así no dejaba de creer.

— Yo lamento ser una tristeza  por mi decisión.

— Es tu destino no peleare contra él, pues somos libres de escoger, solo Dios conoce por dónde te diriges; te doy gracias por dejarme ser tu madre y verte crecer en cada cumpleaños consolarte en tus tristezas 

observaba Kerstin la nieve caer mientras brillaba, y reía al recordar ver al pequeño Mark logrando sonreír al jugar en la nieve. —Podrías llevarme hasta el balcón para poder observar, y sentir la nieve.

Sosteniéndole le levantaba de su cama y le ayudaba a dar el paso que le llevaba al sillón, que siempre permanecía en el balcón de su ventana, recostándole con delicadeza jugaba con la nieve que caía en su mano; diciendo por último a su abatido hijo. 

—Mark no te dejes llevar por el dolor que guardas, deja que Dios traiga luz cuál nunca habías visto, jamás pienses que al matar a tu

  enemigo lograrás sentirte a gusto piensa que llevo al enemigo a ser quien es, tal vez el también sufrió como tu., hijo mío guarda toda disciplina de la sabiduría, y elige primero el perdón.

 Besando su frente silbaba aquella canción que cantaba para el cada noche que la oscuridad quería destruir, y la vida se alejaba de su rostro  inclinándose al suelo mientras su mano sostenía; expresaba su rostro el dolor  y el temor de la soledad.

Los campos de Meyers se teñían de luto, descanso y silencio en cada siervo era la muestra que lloraban una vez más la muerte del amo de preciadas tierras; colocando bajo el árbol donde descansaba Meyers  su tumba también, pasaba el día sin consuelo alguno y la noche caía haciendo que el dolor fuera más profundo, llevando al niño que por cinco días madrugada a buscar sus tumbas, y lloraba a sus padres que a la montaña más alta se habían mudado.

 Observando Kurt nostálgico al chiquillo, el quinto día de ver tanto sufrir se acercaba a él; para mostrar su apoyo. 

—No comes bien  y duermes como debe hacer un niño como tú, no estás solo estoy aquí y seré tu amigo sé que no solo partió tu madre, también Mandagl te dejo. — al oír sus palabras, le miraba Mark al conocer que lo sabía — Si lo sé, y también lo que ellos vieron.

—Como podre sostener y mantener fuertes estas tierras.

— No te dejaré  eres fuerte no eres un niño como todos, serás tan excelente como tu padre y tan fuerte como Mandagl.



LA MADUREZ


En los campos bajos aún se convivía en la paz total  cultivaban y segaban sus frondosas cosechas, con el temor que la sombra de la guerra tocase sus enormes Alpes; seguridad y trabajo negaban los poderosos de los Alpes  a los necesitados refugiados enviados por sus bocas, al campo del extranjero al pequeño pueblo de Snóiga berg. un pequeño valle que rodeado de colinas nevadas, escondía los más recónditos secretos. Kurt leal siervo del extranjero puesto en casa al mando  después de su amo, su confianza había ganado con su mayor esfuerzo, y honestidad, siempre atento y dedicado a su labor vigilaba cada movimiento de sus tierras y recibían del él las órdenes  con el mismo agrado que el amo, no solo siendo señor después de él, también tenia  a su cuidado y protección las más bellas joyas  siendo su trato especial ganaba así sus corazones, y le amaban tanto como a Mark.

 — Muistan, y Golau, hace más frío hoy pondré paja fresca antes de marcharme. — Hablaba Kurt a los corceles que atentos con el estaban.— ¿Habrá un saludo más especial que el suyo? Jajaja. 

 Reía con ellos en el pajar  mientras el sol se perdía en las colinas empapadas del frio, tomando el resto de su tarde para colocar paja fresca; caía la noche cubierta del intenso frío y a casa marchaba cada aldeano porque beberían una taza de leche caliente, rodeados del calor de la fogata y el abrigo del hogar.

Pasando  Vang gran amigo de Kurt que laboraba en los campos vecinos aun viéndole en el gran establo, no dudaba en pasar y a su buen amigo saludar. 

— Hace frío, ¿aún no marcharas a casa? Tratas a esos bonitos ejemplares como a tu hija.

— Los entrego mi amo bajo mi responsabilidad, sé que tarde ya es, pero concluiré mi labor dejándole en orden.

—De eso no hay duda, eres correcto en tu trabajo  pero también pienso que tu amo tiene un cariño un poco extraño por ellos.

—Es el fiel recuerdo de sus padres, ¿tú los amarías igual?

—Que tonto e imprudente soy, los Meyers nobles personas fueron pero pienso que su edad era un tanto avanzada para hijo tan joven. 

Expresaba lejos de la prudencia Vang, pues era inculto al hablar.

—Es mejor que vayas a casa preguntas de más, recuerda que en los campos vecinos laboras, noto que mi amo no es del agrado del tuyo.

— Si es la verdad, noto la envidia en el rostro de Oter odia al joven a tal punto, que con su pensar debe matarle todas las noches.

—La envidia es uno de tantos sentimientos, que el hombre no debería sentir solo les destruye. 

 Admiraba Vang a su amigo pues era el hombre más sincero que había conocido, de un momento a otro Vang transformaba su rostro serio un poco risueño, como si algo quisiera decir. 

— ¿Te ríes de mí?

— No solo recuerdo que hay algo que a mi amigo haría sonreír.

— ¿Y qué es? Lo adivinare ya estas poniendo tus ojos fuera de casa, con una campesina.

— jajaja No es así, contaré algo a kurt mi leal amigo como en los campos vecinos ronda un poder cuyo reino no es efímero, habitada una pequeña planicie por los más humildes pastores son el hablar de muchos, unos para bien otros para mal porque el hombre siempre quiere hablar de más una madre de fuerza y vigor con sus tres retoños, conviven con nosotros aun conociendo que sabemos que son niños de Dios.


—¡Estas seguro de lo que dices! 

—Si lo estoy. 

—Es una especial noticia.

— Si lo es hay un ambiente acogedor en los alrededores, además es aquella pastora hermosa, que su cabello es como una valiosa joya roja combinada con su piel y labios que deslumbran como las rosas, a Kurt no le haría mal pasar frente a su casa te aseguro que le agradaría pero algo más me preocupa.

—¡Acaso es por ellos! 

 Le  interrogaba al ver su rostro alegre tornarse con un gran temor.

—No por supuesto que no es por ellos Kurt, por qué no instar a tu amo para qué aniquilé a Oter —sorprendido de sus palabras Kurt, podía ver el miedo de algo más.

— ¿Qué dices?

— No lo niegues más todos le temen y sospechan, sabio es Mark Meyers en ocultar lo que son capaz de hacer sus manos.

__Vasta de tantas preguntas vete a casa ahora. —enfadado le corría kurt, al pasar el límite de sus palabras.

—Si padre responde.—en voz alta pedía su joven hija, que al aproximarse había oído la fuerte discusión. 

—Dime ¡porque mi amo Mark se va un largo tiempo! ¡y que esconde bajo llave! Pues yo también deseo saberlo.

__ Ve a casa, y no andes hablando en contra del amo podría oír.

— Entonces que me oiga así le preguntare yo misma, “¡Por qué lo ocultas a tu hija  cómo podrás pedir en el mañana que yo no lo haga! “—Exclamaba Anja a su padre siendo dura con él.

 — ¡Por qué dices esto mi dulce hija! 

—Por la razón de que ocultas algo de él y soy tu hija, no te basta con esto para hablar con la verdad; agradecida soy con mi amo pues fue el único que nos extendió la mano cuando estas tierras pisamos, Pero tantas cosas pasan por mi cabeza.

—Habla hija mía di sin temor todo lo que piensas.

—Sonríe Mark para nosotros y la desgracia y tristeza de su corazón solo oculta, le he oído llorar y expresar su odio y todo deseo de venganza mientras se desahoga con el vino. 

Sin palabras kurt no sabía si responder, por que le pensaba también no conociendo lo motivos, pero si sabiendo de como procedía Mark para vengarse.

—Desconozco yo también hija mía porque tanto llorar, pero sería indiscreto de mi parte si le preguntase algo tan personal. 

En silencio quedaban al decir sus palabras, sintiendo vergüenza Vang porque era la charla transformada en un momento incómodo, por su suelta boca: marchándose a casa le llamaba de vuelta Kurt no volviendo vang a mirar atrás, dejando a Kurt con la incertidumbre de su miedo repentino, y con la molestia hacia su padre de Anja, tratando kurt de ganarle tomaba su mano la cual no negaba a su padre, y preguntaba en el camino sobre una ilusión que desde la niñez había tenido Anja.

—¿Aún anhelas un cumpleaños alrededor de una gran fogata? lo decías cuando eras tan pequeña.

— Hoy es mi cumpleaños  no sé si Mark lo notará, hace ya tanto tiempo que no se acuerda de mí.

—El si se acuerda de ti.

__ No es cierto, la mayoría del tiempo sale y sonríe después de llegar yo solo le importe cuando él era niño. 

Expresaba Anja al extrañar al pequeño Mark, que ya no existía.

— Mark tenía doce cuando se enfrentó a gobernar estás tierras, fue obligado a madurar  no es un joven como todos que a su edad sueña con diversión, la vida es más que eso.

— Tu fuiste joven y reíste Mark solo es serio, y gruñón, sabes todos apuestan a qué tiene veintisiete pero tiene cinco años menos. 

 Decía Anja callando su murmurar, por una fuerte sonrisa al contemplar la exuberante fogata  que alumbraba la noche; recibiéndole con aplausos de todos los que dichas tierras hacían prosperar. 

— “¡Quién preparó esto para mí! “

— Yo no quería ofenderte en ningún sentido, pues añorabas que fuera tu madre quien lo hiciera. 

 Con un paso avergonzado se acercaba Anja hasta Mark, que tomando su mano daba un beso; brotando lágrimas de sus ojos porque solía hablar en contra de él.

— Es precioso y emocionante el fuego a la luz de las estrellas. — besando su frente le felicitaba por su cumpleaños, y se alejaba un poco del fuego Mark; observando Kurt la reacción que solía causar el fuego en el.

Danzaba como diosa Anja alrededor del fuego, mientras tocaban los alegres hombres el violín y las gaitas; acercándose con un impecable danzar para Mark 

— Yo doy las gracias a mi amó, pues es el más bondadoso de Snoigan Berg.

—Yo no creo lo de bondadoso.

—Se por qué lo dice, ayer mato un conejo con su arco. 

 Decía uno de sus criados, causando risas en el rostro del serio amó.

—Hay algo que pido a mi amo, hoy en mi cumpleaños —hablaba Anja con malicia en su voz. 

—Tu voz suena algo malévola, ¿Qué será lo que anhela? —se preguntaba Mark con la misma malicia. 

—Quiero una esfera la quinta generación es maravillosa, dicen que es totalmente mágica. 

Con  poco agrado veía Mark, al saber como era Anja amante a tal poder. 

—Ya tienes una, no creo que sea necesaria otra. 

—Es que esta no me muestra aún lo que quiero ver. 

Volvía a insistir la joven ganando la inquietud de su padre. 

—¡Y que es lo que quieres ver! 

—Sólo quería bromear 

Respondía Anja llenándose su corazón de ira, que le ponía en contra de Mark iniciando una charla poco agradable. 

— Oíd de las envidias de todos tus vecinos, creo que no duermen de pensar en ti. 

 Expresaba Anja, sintiendo de nuevo admiración por él.

—“¡Es ese un motivo para no dormir! “ Su comportamiento de niños aún no dejan en el pasado.

—Fui niña y no conozco ese sentimiento. 

Con  una sonrisa conquistadora respondía a Anja, al  sabio Mark, mientras reían todos los demás con ella.

— ¿Y de que tanto hablan?

Preguntaba Mark con malicia en su sonrisa.

— Que tus campos son los más prósperos, y quieren saber por qué.

 — Y siempre en las subastas te llevas lo mejor. —decían  padre  he hija, siendo para él un motivo de risa.

Tomando la copa en su mano pedía a todos llenarlas — Un brindis pues somos la envidia de snöiga berg, solía mi padre también ganar toda subasta y mi madre tejer los más hermosos vestidos para las jóvenes, no hay en la tierra para mi hombre tan sabio como mi padre y mujer tan fuerte como mi madre. Y si estás tierras irradian vida es por la labor de todos ustedes. 

 Expresaba aun con el quebranto de estar solo, retomando Kurt la charla, para no dejarle caer en el vació que desde la niñez se dejaba llevar.

—Ahora más fuerte se transforma la envidia, pues la fama es de un joven.

—Si, Kurt tiene razón Mark es el mejor amó de Snoigan Berg. 

Gritaban todos, haciendo uno de ellos un comentario con incomodidad para Mark. 

—El desde que su madre falleció suele viajar mucho, ¿hay muchas tierras tuyas fuera de aquí? 

Observando Mark a Kurt precedía a responder con algo que no levantase sospecha, interrumpiendo Anja con palabras aún más desagradables. 

—Unos sienten miedo de ti, dicen que tus viajes son misteriosos. 

Se  dirigía a él Anja con llaneza, logrando sus atenciones ganar pues fijos en ella estaban, aun cuando bebían el vino.

— “¡Miedo! “ 

Exclamaba Mark  observando discretamente a Kurt, por que conocían de lo que hablaba, y la sospechaba de cada habitante de snöiga berg.

—Si  con tu comportamiento les asustas, piensan que algo ocultas. 

Sonrisas de su rostro serio sacaba para Anja, escondiendo la verdad con una simpática expresión. 

—Creo que deberías probar aquel postre que mandé a preparar para ti, amas los chocolates y dulces de Dalta. —expresaba Mark dando a entender, que molesto estaba por su comentario.

Alejado de todos los veía comer y reír, acercándose su mejor amigo el cual guardaba silencio, de todo secreto que provenía de su amó. 

— ¿Por qué tú hija hace toda clase de comentarios como ese?

— Ella está molesta hace mucho tiempo contigo, pues te alejaste de ella.

— Ella lo debe entender,

— Lo sé. 

 Inquieto por  Anja temía Mark por alguien, que le era prohibida aun; y pensaba en ello logrando adivinar su preocupación. 

— Solía tu padre traerte aquí todas las noches, le recuerdo bien todo buen hábito te enseñó.

— Si toda enseñanza sabia de mi padre yo amé, ¿crees que Anja sospeché algo de mí? Es sabia y lista tal vez lo cuente a alguien más y esto llegue a oídos de ella.

—No sabría responder si ya sabe precisamente de lo que se trata.

— Lo sospecha entonces.

— Mi señor dichas planicies se volvieron su obsesión, las cuales tu padre pidió a su hijo no pisar. 

Protestaba a Mark sabiendo que él no se enfadaría, y reconocería su error y debilidad.

—Soñaba mi padre verme desposar a la más sabia doncella, ¿Crees que enfadado conmigo este?

 — De que en la doncella equivocada te has enamorado sin control, te has fijado en las tierras de un enemigo; no quiere decir que Erona no sea sabia y pura.

— Kurt hay una pregunta que me hago todos los días, mi padre me previno de dichas tierras las odié porque él las odiaba; pero el motivo de su odio él nunca lo confesó quisiera preguntarle.

Con  astucia y prudencia se refería a esto Mark, sospechando que enterado de esto se hallaba aquel siervo que desde joven había sido leal a su padre; no logrando persuadir al leal Kurt se disponía a levantarse frenando su paso al decir. 

—Mi padre ya no está  ahora yo soy al que debes lealtad, respeto tu decisión de sus memorias aún honrar. 

Balbuceando Kurt su voz se hacía débil para hablar, y se dirigía aun defraudando su corazón.

—Yo no defraudó aún padre que supo cuidar a su hijo por amor, y respeto a su hijo no lo destruiré aún más. 

Desconcertado y atemorizado, procedía a ser duro al verle marchar.

—Yo la desposare  ahora que piensas de esto.

—Es tu decisión  pues eres lo suficiente adulto para elegir tu camino, pero dime ahora ¿Ya has hablado con la verdad a Erona? ella va querer un matrimonio sincero no lleno de mentiras que con el tiempo lo destruirán. 

Sabiendo a lo que se refería decidía Mark callar la conversación, al notar los que rodeaban la fogata que Mark y Kurt discutían, sin saber qué motivo los llevaba hacerlo.

Truenos caían en las enormes montañas, tocando las húmedas gotas que daban vida a la tierra;  refugiándose Mark bajo el espesor del árbol que era un techo para sus tumbas, allí reconocía todos los defectos que tenía y de cómo su ira y pesadillas hacían de el fácil para proceder con ira, y lento para hallar sabiduría.

                      ***********************

Preparaba con delicadeza las tintas  y tomaba el pincel decorando el lienzo con la suavidad, y finura  de sus manos;  y describía cada paisaje y rostro conocido en sus pinturas  ganando la atención de Anja esa  mañana la esfera, qué perdía la concentración en su pintura expresando al hablar con la esfera que deseaba ver. 

—Déjame ver a Mark Meyers no falles por favor —decía llorando, porqué quería conocer de él quien era en realidad. 

—Su nombre no hallamos perdido esta de nuestra grandeza y poder, no hay un rostro, ¡quien es Mark Meyers! 

Respondía la esfera arrojándola contra el suelo, corría arrepentida a recogerle. 

—Soy una tonta todos los días le veo, pero pienso si logro verle aquí el lo notará. —Hablaba Anja como una joven enamorada, levantándose del suelo colocaba la esfera dentro del baúl; y pintaba desahogando su dolor. 

observando Mark al pasar por su aposento se tentaba a entrar, alegrando a Anja; pues ya había pasado un largo tiempo que no pisaba el suelo de su alcoba.

— Amó disculpa el farrago en mi alcoba, ahora solo suelo pintar y así dejar elevar mi mente. —viendo su poca confianza con el trataba Mark de ganarla de nuevo.

—¿Porqué esquivas mi nombre, me tratas como si fuese un extraño?—preguntaba acercándose a ella, al tomar sus manos como lo hacía cuando era pequeño.

—¡Fui grosera! 

— No quise decir eso solo quiero que Anja vuelva hacer la misma, ¿yo solía sonreír más no es así?

 — No, pero lo intentabas, ahora no hay intento te volviste viejo y amargado. —le  sacaba una sonrisa, volviendo a ver la expresión en su rostro de alegría.

— ¡Enserio estoy viejo! 

— Tu rostro es tan maduro, y eres tan gruñón que el bosque se esconde de ti. — decía Anja, mientras le veía observar sus pinturas al tocar— Creciste, pero te imaginé de más estatura.

—¡Hay un problema con mi estatura! 

—Es perfecta, uno setenta y cinco de estatura no esta tan mal, pero ayer vi al heredero de los Camwil, su estatura rozaba el techo del aposento. 

Trataba Anja de ser ofensiva, entendiendo Mark la ira que contra él tenía.

Qué desprevenía le tomaba Mark entre sus brazos, rozando sus frentes. — Pero eres muy fuerte.

— “¡Por cargar a una delicada joven! “—exclamaba Mark, bajando de sus brazos a la que consideraba una hermana.

— Un hombre de desmesurados brazos y altura  le es fácil quererse ver fuerte ante todos, pero yo he visto algo que aún no olvido. 

Intrigado Mark no le contradecía, y pensaba en qué situación le había descubierto, y hacía de la charla otro entorno.

— Gracias  por tu compañía es calidad, sabes siempre soñé tener hermanos y una hermana; la cuál cuando yo creciera ella fuera aún niña para protegerla. 

 Tocaba Anja su rostro acariciándolo porque le dolía ver todas sus ilusiones  frustradas, dándole  un fuerte abrazo tomaba Mark vigor  y valentía, atisbando mientras disfrutaba su cariño la pintura que no se alcanzaba a ver, aproximándose a ella corría la tela que cubría todo su esplendor,  viendo los rostros de sus padres en ella.

 —¿Cuándo lo hiciste no sabía de esto? Es hermoso.

— Hace ya cuatro meses.

Mostrando su arrepentimiento, se avergonzaba al darse cuenta de cómo les había olvidado. 

—Tanto tiempo paso y no hice una visita a Anja, solías pintar y yo sentarme a observar tu maravilloso don. ¿Tu padre donde está?—decía al recordar lo despótico, y arrogante, que había sido con él.

— Fue a ver los rebaños, su lana ya es muy abundante y la llevarán a la plaza.

 Tomándole en sus brazos, un fuerte beso en su mejilla daba y le decía amar, pues eran todo lo que tenía teniendo Anja una expresión de alegría en su mirar, pues era especial estar en el calor de sus brazos.

Descendiendo Mark acomodaba sus guantes de cuero, y subía a Muistan cabalgando  hasta llegar a los prados de Heidiau, divisaba  los tres jinetes que se aproximaban a Kurt y sus acompañantes; en busca del amó de aquellas tierras. 

—Venimos en son de paz, a tu amo buscamos pues hoy a ocurrido un trágico suceso en las tierras de Meyers.

—¿Que ha ocurrido, que no sea fuera de estas tierras?

Decía Kurt a los tres jinetes que solía conocer, pues eran hombres de gran ganado.

—Recuerdas aquella anciana, y su dulce nieta.—se refería a ellas, y su conversación les era interrumpida al hacerse presente Mark. 

— Respetable Meyers, has llegado en el momento preciso.

 —¡Porque los hombres de tierras altas me requieren! pues no soy de su agrado .—con franqueza se dirigía Mark, al recordar su trato por todos los siervos que vivían en sus tierras.

— Tu el que refugia extranjeros, aún no se ha enterado de la incomodidad de esta noticia, la cuál involucra nuestras tierras.

—No la conozco aún.

—Tu refugiaste a una anciana, y su bella nieta hace cuatro meses, ellas poseen una buena tanda de rebaños.

—Las  obsequio mi amó, a la indefensa anciana y su inocente nieta. —les contaba Kurt al recordar a la anciana que huía de la guerra.

—Hace tiempo dejé vivir en el paso del río que divide tus tierras de las mías, aún solitario hombre el confesó haber robado a su propia familia por su adicción; aun así le dejé vivir allí pues era alegado de todos los demás, pero ayer no logro conseguir su preciado alimento y robo todo el rebaño de aquella anciana, y no contento al querer reclamar ella la agredió a tal punto que le dejo en cama.

—¿Que harás con él? —le preguntaba con Llaneza he irá, contra el malvado hombre.

—Por ese motivo te he buscado pues es decisión de los dos, tú de la anciana y yo de él yo había decidido que su cabeza atravesaría con mi arma; ¿tú qué harías?

 Ordenaba Mark a Kurt ser su compañía y hasta el río sosegado cabalgaban, cruzando sin dificultades pues era su profundidad poca: y sus aguas serenas y agradables.

Aproximándose hasta la arruinaba casa, el abandono contemplaban no sabiendo si le encontrarían allí. —¿Como sabremos que no vaga?

 Procedía Mark a descender de su corcel, asegurándose que allí le hallaría.

—Suele ir de noche a robar, para que en el día tenga un poco de medicina de Belial.

Tocando Kurt a su puerta golpeaba con fuerza, hablaba con incoherencias. —Hoy no hablaré a mis siervos, yo prefiero quedarme con ella.

—Ya está viendo brujas, y todas las novias que no pudo tener. 

Decía el dueño de aquellas tierras, escarneciendo al loco empedernido que al oír sus burlas, salía a su encuentro, con la apariencia de un bárbaro  y de olor pérfido y nauseabundo, aterrándose al verles pues recordaba su mal causado; queriendo huir al entrar en casa le tomaba Mark de su podrido abrigo, y le arrojaba al prado  gritando piedad el arruinado hombre, se miraban Barah y sus hombres al ver la fuerza del joven. 

— Tu pides piedad, ¡que hiciste con los rebaños de aquella anciana!

Le  interrogaba el granjero déspota, mientras ponía su calzado en su cara contra el suelo.

—Jajajaja  ya son historia tal vez fueron la cena de muchos, ahora quita tu maldita bota de mi cara. 

Levantándose del suelo reía como tonto, y expresaba sandeces como lo solía hacer un adicto. 

—Solo di un escarmiento a esa bruja, su nieta es muy simpática —decía frente a Mark.

—¿No hay culpa y ningún remordimiento? —preguntaba Mark con otras intenciones en su mirar.

— No jajaja, ¿y tú quién eres el hombre sabio a quien yo confesaré mis pecados antes de morir? porque no cierras tu boca antes de meterte conmigo. 

 Se refería a él con la seguridad de ser más fuerte que él, girando para golpear su rostro tomaba su mano Mark, y le retorcía estrellando su mano empuñada en su nariz: causando  un  fuerte sangrar que le hacía revolcarse de gran dolor.

— Cualquiera diría que su estilo al golpear es un truco. 

— ¿Acaso me trajo hasta aquí para interrogar? —le preguntaba Mark con mordacidad, y de genio arruinado. —Podríamos concluir esto pues ya me incómoda.

—Decide tu pues no pretendo pagar nada por esa anciana. —se  refería con egoísmo el  déspota Barah. 

Poniendo una bolsa con muchas monedas de oro en manos de Kurt, pedía que el mejor médico fuera llevado a la anciana; porque había tomado una decisión llevando consigo al nefasto hombre  que con súplicas pedía mejor morir allí, que quedar en las manos del brabucón Meyers. 

—Sus manos golpean como rocas, que me hará en su tierra.

—Nada que no sea un castigo. 

Decía Mark al tomar el fuerte lazo y cabalgar a paso lento, mientras le hacía caminar por todas sus tierras.

En medio de quejidos gritaba lamentando sus actos, oyendo desde lejos todos los hombres que preparaban el campo para la siembra; el fragoroso gemido que daba en medio de palabras sin sentido. 

—A las tierras de un maldito he venido a dar, aquella decrepita anciana fue la causante de su dolor yo solo quería sonreír ella fue egoísta, o medicina de Belial.

—Tal vez te ponga en la hoguera.

 —¡Que! no  por favor no.

__ Entonces calla tu fétida boca,  solo hablas  truhanerías. 

 Le ordenaba Mark al descender del corcel, y ponerle en el centro ante todos los siervos.

— Descuida no es el castigo el ardor del fuego, o el de años de tu vida tras las rejas del encierro, trabajarás para mí y por cada día de labor será paga cada oveja robada a indefensa casa: monedas nunca ganarás solo trabajarás por pagar tu mal causado y por un plato de comida; y la medicina de Belial solo estará en tu mente. 

— No he trabajado jamás, solo he robado para ella.

— La maldita medicina de Belial no volverás a ver, los hombres que ves te seguirán hasta que tu día termine; y bajo llave te pondrán.

A gritos suplicaba porque grande era su adicción, llevado aún aposento de fuertes puertas de hierro, 

—Aquí descansaras hasta que tu herida sane, y tengas juicio para labor



VALLE DEL VINO 



Caballerizas adornadas con oro era la excentricidad de los hombres  que por su afán de ser mejor y superar a los demás, se desmedían en lujos segándoles el amor por el oro olvidando así su verdadera felicidad; eran llevados a buscar a aquel que gran riqueza prometía para los hombres débiles, las caballerizas Merch drygioni tierras cuya fortuna se había solidado con maldad  que ninguno otro poseía tal desmesurado bosque, dueño de tal fortuna Oter Dirvarag caminaba entre los demás con altivez y eran escoria para Oter quien no sentía admiración por él, porque duro era su corazón como los bloques de oro que refugiaba en su mansión. 

Seguro que así debía ser en su vanidad   solía dominar a los más rebeldes corceles con dolor, y heridas; que les doblegaban en medio de tristeza, pensando ellos en su corazón que malos eran los hombres y olvidados de Dios.

Descendía Oter como toda mañana solía hacer, y se sentaba en su silla de oro para observar sus extensas tierras con el vino de fuerte ardor al pasar por su garganta: pues era la señal de su vanidad alejado así de la sabiduría, y toda bondad. 

—¡No ha probado la primera cena, y ya bebé el seductor vino! —le burlaba la visita que venía a el esa mañana, cuya fama era el hombre de gran ganado.

— Yo no esperaba tu visita tan pronto. —expresaba Oter mientras volvía a llenar su copa con al ardiente vino. — Es mi devoción por la seducción y el sabor del poder, pues soy el más grande y reconocido de estas tierras.—se halagaba al estar ebrio de poder, por el oro desmesurado.

— No hay que negarlo tus tierras son tan extensas, que se tardaría veinte días para atravesarlas a pie; y tus doscientos corceles hablan de tu emporio. —decía con sarcasmo para dar su golpe final.— pero no eres el más famoso de Snoigan Berg, otro nombre gritan en las plazas y todo campesino le llaman el más bondadoso, astuto, y yo diría algo extraño para su edad.

Hacía Barah de su opinión la más desagradable y funesta, que el vino para Oter se transformaba en el más pérfido que había conocido. 

— El sabor del vino está podrido, el sol se vuelve agresivo porque has dañado con un comentario pérfido; si recuerdo tú también sientes irá al verle.

— Jamás has visto su puño golpear un sujeto, es un tanto extraño pues me hace pensar que es un portento. —reía Oter de sus palabras dejando claro Barah, que no era una de sus bromas. — Yo podría asegurar que destrozaría Meyers, tu escolta más robusto.

—“¡Que dices, que fue lo que bebiste! “

— No bebí lo presencié está mañana, tuve que acudir a él por culpa de aquel adicto que vivía junto al río; nunca has pensado ¿qué fue lo que engendro Kerstin Meyers en su viaje de años a Germania?

 Solo con risas, y un mirar mordaz le observaba Oter. — Si vas a hablar a esta hora del día de un maldito, deberías salir de delante de mí vista.

— Perdón señor de corceles, jajaja tu un señor de corceles no lo creo, solo hay uno y vive en tierras de grandes reyes Inglaterra , tu solo eres asesino.

—¿A qué se debe ese hablar?

— ¡Acaso lo olvidaste el corcel ardiendo en medio del fuego, por ser el recuerdo de tu esposa la que te dejo! tu hija solo conoce aún brabucón padre y no sabe que es un verdugo.

—Tengo deseos de complacer mis más fuertes fantasías, mis bestias no han comido quiero ver como despedazan tu carne. —hablaba con vileza  en sus palabras, porque era de incomodidad para Oter recordar  todo lo que viniera de su  esposa.

—Recuerda que soy yo el que costea cada entrada de Calercad el contrabandista, para que así puedas comprar tus bestias. —dejaba claro su posición ante el Barah, pues no temía al mordaz hombre. —Sueles creerte el domador de corceles, pero solo eres el hostigador hablas como si hubieras domado a Tranang.

— Lo hubiera logrado. —decía seguro de sí mismo, en su arrogante vanidad.

— Yo pude ver a aquel corcel, y solo uno pudo domarle y creo que no lo hizo bajo el látigo; no habrá otro corcel como Tranang, pero uno que ha despertado mi interés vive ahora en nuestras tierras.

— Debe ser otro de tus bajos corceles, que no son actos ni para arar la tierra.

— No Calercad lo adquirió porque su amo pago para capturarle, y no volverle a ver más. —Curiosidad despertaba Barah en Oter, que insistiendo procedía Barah en contar cada detalle. —No le ha podido montar hombre porqué su enojo con ellos es grande, una noche a su amo el cual con el látigo intentaba domar en el encierro actuó desquitando su ira contra los hombres, a todos los corceles libero de su encierro y arrojando las antorchas al suelo ardió aquel gran establo que era la fortuna de aquel hombre, doscientos corceles huyeron a los montes dirigiéndoles el.

— Calercad lo pondrá en la gran subasta, y mío será yo le enseñare lo que es poder.

— No lo creo, Calercad solo reirá en la gran subasta, dice que los hombres se llenaran de ira al domar al gran corcel. 

 La copa de vino que servía quitaba Barah de su mano, y al tomar lo escupía al fingir que era de nefasto sabor. 

— Yo te retare a que yo obtendré el corcel, el cual llevaré al señor de los corceles haciendo surgir así las carreras de las fortunas.

La mañana se iba y la tarde se desvanecía como la niebla ante el sol, y no dejaba de imaginar Oter que era dueño de tal corcel en su avaricia, y deseo, de tener siempre todo lo que quería.

— Siempre obtengo lo que deseo, aunque sea con dolor y un poco de oscuridad. —expresaba con cecidia, y ambición; al observar el fuego que abrazaba la madera.

Alcanzando a escuchar como si quisieran ser silenciosos los pasos de su hija, qué se dirigían a los escalones al notar la presencia de su padre, cesando a la autoridad de su voz qué le detenía. 

 — ¿Qué fue todo lo que disfruto mi pequeña hoy del día? ¿Y porque sube los escalones como si huyera de mí?

— No huyó de mi padre pues siempre hablo con sinceridad a él, en la calle de los tejidos mi día cayo y yo solo estuve allí.

— Imagino  tus ruidosas compañeras todo el día estuvieron tras de ti, pues eras tú la que cada monedad de oro gastaría.

—No es así, sus padres son tan prósperos como el mío;  la familia Praicel son los mejores en lana pues es las de sus costosos rebaños que envían a Yates el rey de las tierras que inspiran toda leyenda y poema, Nardat también son influyentes pues son los mejores en sus joyas las cuales jamás pretendo usar. —expresaba Erona en su pureza, porque diferente en todos sus ámbitos era a él.

—Tú te casaras y ese día lucirás como una diosa,

— “!Casarme!”

Exclamaba con reproche en su voz, no llamando su atención al llegar al gran salón, aquel que su presencia le incomodaba.

— Alper tu venida esperé toda la tarde, bebí toda la jarra del mejor vino; y tú presencia no se sintió  en ninguna de ellas. 

—Mi vida como hombre santo requiere de mucha dedicación, mi día cayo por causa de un juicio justo.

— Que interesante, ¿cuéntanos a que demonio condenaste?—preguntaba Oter con la malicia de conocer sus motivos.

—Una meretriz sucia y andrajosa solía robar a todos los hombres influyentes, con caricias seductoras les atrapaba y después dormían  en un profundo sueño sintiendo ira al despertar; porque con todo huía ella.

— ¿Qué hicieron con ella cual fue su castigo? —interfería Erona por conocer los castigos de la cúpula.

— Es el mismo que se la da una bruja

—¡Y quien envió a los influyentes hombres a buscarle!—Protestaba Erona con su egoísmo.

— Erona luces radiante, que tu reclamo es aceptado. —prorrumpía su charla con Oter, por admirar a la madura joven que sospechas de su intención ya conocía. —Imagino cuanto pasas en las esferas, ellas son dignas de tu belleza. 

—Los hombres santos no deberían observar frutas prohibidas.—hablaba Erona, con la intención de que su padre lo sospechara.— Y no suelo sentarme junto a una esfera, hay mucho en los bosques al  cabalgar sobre un bello corcel. 

— Nos es prohibido tocar, no observar las belleza de los ángeles. 

Su respuesta rechazaba Erona subiendo los grandes escalones, despertando intriga en Oter. —Yo conozco al santo de los Alpes, se cómo duerme con cinco meretrices en una noche embriagado de vino y medicina de Belial, Y después de conocer placer les envía a las mazmorras donde allí se pudrirán. 

— ¿A qué se debe ese palabrerío de poca amabilidad?

—¡Porque hostigas a mi hija! sé a quién robo aquella ramera fue al santo de los Alpes, ella solo reclamo las monedas de las viudas, jajaja.

—No deberías hacer critica de mis oscuridades, pues conozco yo lo más fétido de Dirvarag .

— Soy tratado como hombre malo, pero tú eres santo para ellos.—respondía con sarcasmo, recordando quien tenía más poder.

— No vine hasta aquí para oír críticas de dementes acaba de una vez por todas con esa aldeana arrogante, ambos sabemos cómo ella entrego el costo pactado en ese tiempo pero sus bodegas subterráneas hechas para grandes viñedos; valen la pena despojarla de ellas. 

Motivado por la codicia, cabalgaba Oter hasta el valle del vino sin escolta que le resguardara, y le reconocía la creación sintiendo la maldad que maquinaba desde la niñez; el ángel caído en él. 

—Oíd que manada de cazadores rondan este sendero.

— Lobos hambrientos, solo son guiñapos para mis bestias.

 Amenazaba Oter a los animales oriundos de Snoigan Berg, con lo desconocido que torturaba hasta transformarle en monstruos. 

— Lembah anggur un valle de ricos placeres, pues fue aquí donde mi madre construyo los más grandes viñedos; venían de todas las tierras a Snoigan berg a probar tal vino.

— A probar el vino y a la vez ser estafados por la bruja.

— “!Que dices!”—exclamaba Oter con enojo, y el ceño fruncido. — No desmidas tu hablar, porque en una de tus palabras puedes hallar algo desconocido en mí.

 — No es desconocido mi gran amigo Oter, yo puedo vislumbrar tus más fétidos pensamientos. 

Descendiendo la colina a gran velocidad, dejaba atrás a Alper, llegando hasta aquella casa que las aguas de sus colinas, pasaban frente a ella.

La puerta de su establo cerraba la humilde Pastora, mientras tomaba la antorcha y se preparaba a partir; que fuerte y sabía pastoreaba aún en medio de la noche no temiendo a la penumbra del bosque; girando Borghild se dirigía al sendero que llevaba sus rebaños, cerrando su paso los dos jinetes que uno de ellos su rostro reconocía. 

—Eres el santo que se sienta en el gran templo de Snoigan berg, mientras recibe besos en sus manos. 

 Hablaba sin balbucear de el Borghild, observando su rostro a luz de la antorcha con miradas de un hombre curioso; por ver la doncella que bajo su capucha se ocultaba, llamando su atención pues era su voz calidad y tenue. 

—No piensas ofrecer un buen vino en tu cálido hogar, al dueño de todas estas tierras.

 Sabiendo de quien se trataba su corazón se angustiaba, recordando Borghild la visita que había recibido en días atrás; tranquila se portaba aún en medio del miedo pues luchaba siempre en hallar esperanza, dejándoles así pisar su morada, se despojaba de su capucha y dejaba al descubierto su rostro y rojiza cabellera. 

— Pido que sus voces no sean altivas, pues duermen ya mis hijos.

— Entiendo seré suave al hablar. 

Decía Oter en medio de su obsesión por mirarla, acomodando para ellos sus viejas sillas, les invitaba a descansar trayendo el buen vino  preparado por sus manos.

—Sus corceles deben tener sed y hambre, si gustas también les atenderé a ellos mientras saborean el vino. 

 Su  atención amable, y pura, hacía que con el pasar de los pocos minutos que llevara allí: cavilaba Oter en su corazón con otra intensión por qué era su deseo oscuro como el pasado que le seguía.

Saliendo Borghild lejos de sus presencias, atendía a los corceles con toda dedicación y regresaba con denuedo para hablar y expresar. 

—Yo solo diré lo mismo que dije a tu escolta. —decía Borghild al entrar deseando su corazón aliviar, de todo desazón que despertaba su visitar. —Yo di lo que tu administrador pidió por estas tierras, sería tratada injustamente si despojada de ellas soy __ expresaba con valentía ante Oter,

— Yo no era enterado de lo que mi difunto administrador entrego por cien monedas de oro, y ellas con Miles de ellas se formó; caminar entre ellas es para mí el recuerdo de mi madre aún con vida y el vino es como su sangre aún calidad y viva.

— Yo respeto que sea un buen recuerdo para usted, pero no comparto que ellas sean arrancadas de la heredad de mis hijos; pues es lo único que poseemos.

 Intentaba Borghild por convencer, al altivo hombre de rostro mordaz, que la luz de sus velas alumbraba esa noche.

— Si gustas puedes pasar por los campos de Meyers, él recoge todo lo que los demás no quieren. —Prorrumpía Alper su conversación, afligiendo a Borghild que procedía hablar con enojo.

— Tú te llamas santo y eres tratado como uno en la tierra, de día te postras a tus ídolos y transformas tu rostro en uno más de los que dicen ser puros, y en la noche cuando la oscuridad es fácil de hallar tramas contra tu prójimo.

— “!Acaso me insultas bruja! “

— No soy bruja,

Abandonando su silla Oter se acercaba a ella juntando sus rostros, expresaba con ironía y cecidia; que daba prueba de su maldad. 

— Yo gobierno estas tierras y el pago de ellas no está completo, ¿dime como hallaras tres mil monedas de oro en tres días? pero seré benévolo esperare cuatro semanas y daré tiempo a la bella pastora que anda en mis tierras.—la copa de vino vaciaba y pedía a Borghild volver a llenarle, siendo amable aun cuando con su  maldad. —Tu vino es tan ardiente como el de mi madre, el cual me hace sentir como puedo tener lo que quiero.

— El vino que preparo no es para la avaricia del mundo, lo hago en honor a mis hijos pues su hablar es puro. —airado de su desplante, se acercaba a ella y su mejilla besaba, dejando clara su intensión.

Cabalgando de vuelta, el silencio le dominaba y la ira que había causado la fuerte pastora. –No hay tal belleza en un buen vino, ni en las joyas más costosas de oriente.

 — ¿Acaso hablas de ella?

—Es ella la mejor de mis ambiciones.

— jajaja —solo reía Alper viéndole marchar, y se atemorizaba en gran manera pues conocía él lo que Snóigan Berg no sabía —Si tan solo supieras de quién se trata esta pastora, no te acercarías a ella, pero dejaré que tú corazón sea destruido por tu deseo sobre ella, luego vendrá la decepción.






Comentarios

  1. ¡Hola!
    La verdad es que me parece interesante la conjunción de fantasía y religiosidad con la que nos presentas la historia. Creo que hay que pulirla un poco, sobre todo en estilo, ya que en algunas ocasiones se hace un pelín pesada (el uso del gerundio, por ejemplo), pero más allá de esto, que es mi humilde opinión, creo que es una propuesta muy interesante.
    Un besote!! ^,^!
    ELEB 💜

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    Respuestas
    1. Gracias aprecio mucho tu opinión y crítica, esto nos ayuda a mejorar

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  2. ¡Hola!
    Pues un comienzo muy interesante, sin duda alguna. Como te ha dicho Laura, sería mejor corregirla un poco, para que no se haga tan pesada al leerla. Pero vamos, te deja con ganas de seguir leyendo.
    Besotes

    ♥ Amor y Palabras ♥

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  3. ¡Hola Katrina!¿como estas?
    Me encanto el inicio, como toda fan de fantasia, ya quiero saber lo que sigue, y me parecio muy curiosa esta combinacion de fantasia y religion :O :D


    Diana de Aventura En Libros <3

    Bonito sábado <3

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