PARTE CUATRO Y HARDD

Y HARRD 

Y Hardd la más grande y hermosa de las construcciones adornada con toda joya sus corredores fríos, y lúgubres, le convertían en la más bella presea de Londres creada por los monjes de Tar Renanh; el sacerdote cuya fortuna había desperdiciado en la vanidad del desmesurado templo; reliquia qué era habitada por las monjas Bla protectoras desde su creación. Sus  puertas cerraban siempre cuando el sol se acababa de ocultar porque era rodeada del bosque; siendo la única cercanía pequeñas aldeas. 


El sonido de las campanas resonaban por el bosque, y se oían a lo lejos dando aviso que se aproximaba la noche; revisando los pasillos Rhian la segunda al mando que todo se hallará en orden, porque se dirigían al gran salón dónde solían dar sus últimas plegarias; cuando todas sus puertas se encontraban bajo llave, voces de hermosos cantos se oían por cada corredor porque era la despedida de un día más que se marchaba. 


Diciendo las últimas palabras del día  la líder de todas, una anciana llamada Sarag, de noble corazón, que desde su creación había estado allí. — Debo hablar a todas, porque pronto visitará nuestra bella morada, la madre de Jaél Manson.


— ¿Vanora Manson? escuché que ese es su nombre. -- exclamaba Rhian la que aun siendo una de las jóvenes, se convertía en la segunda líder al mandó.


— Es ese es su mismo nombre, alegría siento por su visita ya que ella traerá consigo, la visita de Jaél un hombre noble y cuyo canto le fue entregado por los ángeles; el piso este templo de enorme muros cuando era un joven oír su canto fue para mi la mejor experiencia, como líder religiosa. Él es un hombre de ciencia. 


 Veneraba Sarag con toda palabra al hombre que reconocido era  por su apariencia, de ayudar al desvalido sin pertenecer a una religión. 


— ¿Acaso ella se alojará aquí? —preguntaba una de las más jóvenes.


— Sería un hermoso regalo tener a la madre de tan buen  hombre aquí, pero solo será una visita, adornos florales de hermoso esplendor llevarán los corredores que conducen al gran salón. — conocía Rhian de cómo Anielka, era apartada de esto, aun usando su traje de monja azul; trataba con expresiones de su rostro frenar sus gestos en contra de lo que oía. — Anielka, me han hablado de ti que sueles divagar mucho en el bosque, y desobedecer en ocasiones cuando se te ordena no abandonar, Y Hardd.


—Mi señora Sarag yo no desobedezco, solo suelo dialogar mucho con Belius, y cuando caigo en cuenta es tarde ya.


Se defendía Anielka pues amaba caminar en el bosque, y escuchar los sonidos de sus habitantes.


— No se pueden tan tarde las puertas de Y Hardd abrir, solo somos mujeres aquí expuestas  a qué malos que rondan el bosque puedan entrar aquí, y llegas tarde de la noche a tocar las puertas.— trataba Rhian de advertir a Anielka, pues temía por cada una de ellas.


— Si he causado disgustos a mi señora, pido perdón por ello. 


—Eres perdonada, has sido una joven honesta  por eso eres bendecida en habitar está hermosa arquitectura, el templo más codiciado de las santas en todo el mundo. —expresaba Sarag, porque confiaba en la chica aún en su espíritu aventurero.


Siendo aún de dieciocho años Anielka sabía todo sobre Y Hardd, y no le aterraba la idea de una crítica sobre el templo. — Es la más grande construcción religiosa nunca antes vista, pero a la vez su historia suena un tanto aterradora.


—“¡Por qué das tal opinión! “— preguntaba Rhian, observando a Sarag de cómo su crítica tomaría.


— ¡Has leído los libros que hablan de esta construcción, cual tu rango no es permitido leer! — le interrogada Sarag al oír su polémica conversación. 


— No los he leído, he oído hablar de muchos que conocen su historia.


— ¿Y qué es lo que murmura la gente?


— De cómo un monje de fama oscura en su juventud, ayudó a construir junto con Tar Renanh el sacerdote. Y lo peor era  un lobo disfrazado de cordero. 


Observaban las jóvenes aprendices como ella a Anielka al oír su historia, y preguntaba una de ellas. — ¿Cómo se llamaba él?


— Dalta, fue su nombre. -- replicaba Anielka. 


— ¿Aquel mismo brujo disfrazado de monje que suelen hablar los campesinos de Dalta?


— El mismo no les voy a ocultar que en esa época que Dalta era un joven, su arte al diseñar era un don para los grandes templos; el ocultó su verdadero pensamiento sorprendiendo con el pasar de los años a muchos.—Respondía Sarag por Anielka, reconociendo todo lo oscuro que había sido, Y Hardd en su pasado.


Cavilando Anielka al recordar que era habitual en la religión pecar con el mal, porque solía tentarse por poder y riqueza, y pactaron con el ángel malvado por un puñado de profusión, llegando a su memoria como había escuchado que las esferas habían sido creadas por los más monstruosos brujos, entre ellos Dalta. —Hay rumores aún peores pues somos vecinos de Dalta, la última vez que fui a casa de Brant, supe que un temor de un heredero de Dalta se hablaba.


— ¿Qué dices? — se asombró Rhian de sus palabras.


— No ha enviado mensaje de este proceder, Brant o Nibe, entonces debemos ser más cautelosas protegemos las vidas de niñas sin familia cuidar de ellas es labor de las monjas azules, igual solo son rumores cuales nos aclarara Brant cuando nos haga una agradable visita,


— “¡Nos visitará Brant! “—exclamaba con emoción Rhian.


— Y Nibe, vendrá con él.—trataba de ocultar su sonrisa Rhian ante sarag, pero le observaba Anielka conociendo su oculto amor por Nibe.


— Me siento feliz, pues al menos vendrá un amigo.


— Nos enseñaran a sembrar la tierra, pues tenemos extensos campos que nos rodean; y no recibimos fruto de ellos he oído de cómo Brant cosecha de su tierra con la ayuda de Nibe noble hombre.


—¿Anielka qué más tienes para contar? —interrumpió una de las monjes jóvenes burlando a Anielka.


—Si tengo más, oíd que las esferas son la ciencia del mal creadas por los más poderosos brujos para controlarnos a todos; y eso no es  todo son una nueva  religión. —respondía Anielka con toda sinceridad. 


—¿Qué dices?—exclamó Sarag con un tono de voz enfurecida.—No atemorices a nadie con tus tonterías, solo fueron creadas por hombres inteligentes; para así podernos comunicar a través de ellas, son ciencia. 


Le asombraba Anielka como entorpecidos estaban por ellas, mirando a Dameh y varias de las jóvenes cuales luchaban por ganar el mejor canto. 


Despidiendo sarag a todas pedía a Rhian quedarse, porque una pena y dolor observaba en ella la cual le preocupaba. —Sé que algo aqueja a Rhian la más especial de todas.


— No soy la más especial, todas las monjas azules lo son; niñas entregadas y practicantes del bien.


— Hay unas imprudentes, que ponen a las demás en confusión.


— Hablas de Anielka ella es noble y pura, solo suele interferir en lo que no debe.


— No dije que fuera de un corazón malo, Anielka es pura en su pensar solo que debe tratar no interferir más en asuntos que solo sus lideres deben hacer; Rhian estoy anciana y enferma, tu quedarías la segunda al mando si mi muerte llega como una visita la cual ya es esperada.


—No hay porque hablar de esto, vivirás muchos años más.


— Solo Dios conoce si viviré más, o tendré que ver más del mundo imperante que vivimos, aún más ligero corren los días  y más presenté se hace el Dragón bañado en sangre.


Preocupada en su hablar Rhian temía por el peligro, que surgía de lo más oscuro del mundo.— Temo al saber las noticias de aquellas tierras lejanas, donde los niños mueren y sus padres lloran, ese es el Dragón que habla cuya guerra es interminable y la peste mata a todo inocente sin piedad. 


— A veces nos negamos hablar de esto, pero sabemos que así es, pero hay salvación sabes que hay en quien confiar cuando el Dragón nos quiera traspasar con sus garras; ¡Pero dime no has respondido que te aqueja!


— No negaré a mi señora, que el dolor me abate constantemente, hace tanto tiempo que Cam y Dere mi única familia no visitan este templo en busca de su hermana; Cam solo piensa en un nuevo escrito, y Dere lo último que sé es que viajó a Dalta.


— Son muy ocupados, tal vez solo es eso.


— Son siete meses,


— Tal vez debas ir hasta ellos.


— No, no seré la que les busque lo harán ellos.


— Ve y descansa, y algo más para ti sé que no será de tu agrado, vigilaras a Anielka pues es aún una jovencita necia. 


 Sus palabras le sorprendían y entristecía, porque solía guardar muchos secretos sobre ella, porque le amaba como una hermana.

Subiendo Rhian los escalones del elevado templo, caminaba por los pasillos que adornados de estatuas decía la religión que eran sus guardianes, siendo el golpe en repetidas ocasiones a su puerta para  Anielka un aviso de algo más, mientras el rico cesto preparaba. 


—Deseas contar lo que dijo Sarag de mí, ¡es eso cierto! ¡O lo imagino! —interrogaba al abrir la puerta. 


—Debo hablar contigo.


—Pasa. — decía volviendo a colocar la tranca al entrar en señal de seguridad, observando  Rhian como Anielka su traje aún tenía puesto.


— ¡Huirás nuevamente! Solo que desconozco de la manera que lo harás.


—Descenderé el enorme árbol, que oscurece mi alcoba y llevaré a Belius provisión ¿Es eso algo merecedor de castigo?


— No, no lo es, pero pidió Sarag vigilar a Anielka,


—Lo cual tu no dirás no es así, por favor déjame descender regresaré más rápido que el sol.


— Hazlo, y deja la puerta con seguro  y trata de regresar pronto, Dios vaya contigo, pues temo por ti en el oscuro bosque.


 Descendía Anielka por la elevada pared, siendo su ayuda los enormes árboles que habían crecido junto con la antigüedad de Y Hardd; huyendo sin temer a la aldea más cercana sabiendo que era esperada


La luna creciente observaba una chica de humilde aspecto, con el dolor de saber que antes de ir a dormir no probaría alimento; y solía siempre allí estar dos días a la semana en la espera de la que ella llamaba el ángel azul. 


— Dónde está esa esperanza que en esta noche me hará sonreír.


— ¿Cuál sería esa esperanza que te haría sonreír? __ Preguntaba al llegar.


— Saber que Tristán cuando regrese beberá leche como todo bebe suele hacer,


— ¿Y dime hace cuanto que no prueban alimento? — preguntaba a Belius la preciada chica.


— Han sido varios los días que sola me hallo, mi padre y madre aun no regresan, y mi hermano se marchó en busca de un trabajo en los campos vecinos; limpiar cocheras ya no es para mi ayuda Norgan no cumplió con mi pago. —contaba con las lágrimas de ira humedeciendo su rostro.


— ¿Por qué se negó?


— Por el horrible hecho de que en su lecho no quise dormir, Anielka hay veces que siento deseos de comer las sobras de los cerdos.


— ¡No digas eso! veo que te llenas de ira y temo por ti, pero hoy sonreirás. —Decía trayendo ante Belius la hermosa cesta, adornada con todo rico manjar. Quesos recién preparados, carnes con las más ricas especies, y leche de cabra que ella misma había ordeñado esa tarde. 


Llorando Belius de emoción,  abrazaba a la que consideraba una hermana. — ¡sabes! hay veces que deseo convertirme en una monja azul, para ser como lo eres tú; y colocarme ese atuendo que las hace diferentes a todas las demás monjas.


—¡No, nunca lo hagas!


Con un rostro sorprendido tomaba Belius, la respuesta fuerte de Anielka, y preguntaba aún bastante confundida. 


— ¿Aún no te comprendo?


— No decidí ser una monja Bla, porque era mi decisión o gran anhelo, no quiero decir que no amo a Dios porque es el hijo en mí un motivo de vivir. 


— ¿Entonces cuál fue el motivo, que te llevó a serlo?


— El de no ser llevada lejos, y crecer llamando familia a quienes no eran. --Comprendía Belius el gran fundamento que le había llevado a ser monja azul, pero procedía a interrogar aun con algo mayor inquietud. 


— ¡pero dime cuál es tu creencia al respecto¡


— La religión se basa en sus propias creencias, y sabiduría, se involucra en las falsas guerras y también sueña con poder, esto la lleva a pecar con el que suelen pecar todos por un puñado de oro, construye templos por vanagloria y guarda en sus zarcas todo el oro que puedas imaginar, se vuelve egoísta, este no es el hijo, pero yo prefiero creer como un niño de Dios.


—¡Un niño de Dios! —exclamaba Belius con una expresión de sonrisa, en sus rojos y delicados labios. 


– Si, libre de las tradiciones las cuales atan la religión, solo él y yo, cree un niño de Dios libre de toda cadena pesada y absurda.


— ¿Has visto un niño de Dios? Cuando uno se halla entre nosotros  es especial, dicen que su comunión es con el hijo lejos de la religión. Una vez oí la historia de un niño de Dios el cual peleó con los brujos de Dalta, — recordaba Belius de las historias antiguas qué contaban sus padres. 


—No la había escuchado jamás, ¡cuéntame más sobre ella! 


 Suplicaba Anielka a Belius pues no conocía mucho de esa historia, la cual llamaban leyenda.


—Su final es triste él logró vencer a los brujos, pero murió sacrificándose por los inocentes que habitaban la aldea que defendía; quemado como hereje con una acusación falsa dieron un castigo aún inocente.


— Es triste creen con toda pureza, no dicen ser mejor que los demás reconociendo que aún son pecadores no llenándose de jactancia, unos suelen entonar sus voces como los ángeles, e invocan grandes poderes cuando sus palabras son para el hijo.—se expresaba Anielka con palabras que inspiraban.


— Es muy gratificante poder hallar uno en tu camino, no he visto jamás uno te lo aseguro. -- suspiraba Belius por imaginar tal comunión. 


— Su manera no equivoca, y libre de amar al hijo, los hace no tan aceptados por la religión.

 

 De rodillas intentaba ponerse Belius ante Anielka, y suplicaba ella que no lo hiciese. -- ¿Qué haces?


— Es que no sé cómo agradecerte, pues mi despensa se llenará,


— Ahora ve y disfruta prepara una cena para los que amas, y recíbelos con una gran sonrisa, para mi ya es tarde debo regresar y escalar el enorme árbol, unos buenos minutos me tomara.


Tomando la cesta en sus manos, con un gran abrazo le despedía, disponiéndose a marcharse frenaba su paso Belius con un comentario; que dejaba a Anielka con pasmo en su rostro. — Aún tengo una inquietud. 


— ¡Que! no demores más mi camino, o los lobos me devoraran.


—¿Tu opinión sobre amar a un hombre, cuál es? 


 Sonreía Anielka a su interrogar, porque recordaba una promesa sobre aquel amor.


— Solo te diré, que prometí casarme algún día, y dejar mi cabello largo y no córtalo por esa promesa. 


 Estás únicas palabras decía al huir de allí, dejando a Belius con la incertidumbre de saber aún más de su promesa.


Camino a casa Belius recordaba el beso de aquel chico que marchándose a la guerra, juraba una promesa que se volvía una falsedad para Belius; no sintiendo la joven que era vigilada por aquel que en su niñez había resguardado su espalda, llegando a ser un verdugo por orden de Jaél,  dejaba atrás Gabriel la amabilidad con que era tratada por el.




Logrando Anielka estar de regreso como lo había pactado con Rhian, un nuevo día comenzaba, llegando con la noticia que traspasaba  reinos, culturas, cuál era la fama del varón del reto de las esferas; estando en su aposento Daomeh la  monja  azul cual aún siendo ya una mujer de treinta, jugaba como una jovencita a tener tal fama. 


—¡Daomeh la voz de aquel varón es hermosa quien será!—exclamaba una de las jovencitas, al entrar al aposento de Daomeh. 


—Debe ser tan feo que no quiso mostrarse. 


—hablaba con celos y rabia. 


—Juegas como si fueras de mi edad a la fama de las esferas. 


—Lo lograré hoy iré a lo alto de la colina del río, y cantaré allí frente a la esfera y derrotaré al impostor. 


—No es un impostor es un ganador. Jajaja—reía la muchacha a la inmadurez de la monja. 


Obligando Daomeh a varias de las monjas ir con ella, observaba Anielka con risas la manera aun aniñada de la monja, siguiéndoles por el inseguro camino que era un sendero que dirigía a bosques de gran peligro, donde era él habita de los osos y los lobos escuchando el canto de un misterioso animal, qué les hacía gritar al cesar de sus pasos porque era tan alto y tupido los árboles, que se atrevía el búho a cantar al parecer de noche. 


—¡Qué fue!


—Es horrible.


—Tontas es un Búho —reía la más joven. 


—Es mejor sacar las esferas, ellas nos mostrarán el camino. 


Encendía Daomeh  su esfera al llamarle, guiándose hasta llegar a las enormes y misteriosas cavernas de piedra. —Daomeh es mejor regresar. 


—Miren esa colina de roca imaginen un buen canto allí arriba captado por las esferas, se verá todo Dalta desde aquí y mi brillar será como las estrellas en la noche. 


Decía la monja, privada en su imaginar que era tan aclamada y pronunciada que no  tenía un respiro. 


—Daomeh tu canto deseamos oír. 


—Daomeh preséntate ante nosotros. 


Llegaba de su pensar, expresando con palabras su fuerte orgullo y obsesión. —Si seré tan famosa como el mismo rey. —subía la colina de roca las tres, llegando aún pequeño vacío que abajo mostraba la furia de las aguas de Dalta, sólo divisando el tronco de un árbol caído que era el puente para cruzar, actuando la monja por la ambición desidia cruzar obligando a las demás. 


—No lo haremos temo a las alturas. 


—¡Eres tonta sabes como Salenga gord logró tener fama con las esferas! Subió al monte más alto desafiando las alturas  danzando a la orilla del  risco, hizo lo que nadie había hecho. 


—Si que buena y a la vez estúpida historia —se expresaba Anielka al salir de las cavernas. —Yo tengo otra la prometida del conde Silvermag  quería hallar el escondite perfecto, y así lograr la gran fama de la mejor guarida donde no fuera hallada en diez horas, ella topó con la casa de la osa recién parida y murió desgarrada. 


—Es horrible Anielka. --expresaban las demás, resguardándose tras la monja más astuta de las Bla. 


—Si es horrorosa pero para muchos es todo un reto, y una obra de arte. —decía Anielka con sarcasmo de las esferas, la monja rebelde. 


—Monja azul yo conozco como ocultas algo de todos. —se mostraba amenazante de palabras, reconociendo Anielka al callar qué no bromeaba. —yo  contaría su secreto a Sarag, cuál es más largo que las cascadas de  Dalta. 


—Es tu elección de pasar por allí, no la de ellas. —no impedía Anielka su arrebato, 

 observando con un fuerte resquemor cómo intentaba atravesar el tronco; situación que les hacía imaginar a las demás que ese día sería Daomeh otra víctima de los retos, no tardando el castigo de la monja a  sus mismas acciones. 


Resbalaba Daomeh al fuerte mareo qué le causaba su vacío, aferrándose con fuerza al tronco qué parecía ceder por la humedad de su madera. —¡Anielka ella no sabe nadar!—se llenaban de espanto, y gran angustia, mientras intentaba la muchacha cruzar él angosto y largo brazo del árbol, qué era débil para utilizarse como puente. 


Mientras el miedo y la culpa dominaba a Daomeh, al imaginar que las dos caerían al vacío, sólo viendo el insistir de  la joven en sacarle de allí, porqué ya conocía Anielka cuán profundos eran sus abismos y violentas las aguas, sólo consiguiendo Anielka la fuerte frustración de ver cómo su mano resbalaba al tomar la suya, sabiendo en ese momento qué estaba preparada para lanzarse al vacío y no dejar  morir a Daomeh, por causa de su obsesión. 


Expresando dolor al contacto de su cuerpo con las aguas  porqué eran tan frías como una fuerte nevada, y agresivas al no dar tregua de poder sacar su cabeza de ellas para respirar un poco; soportando Anielka el agua que entraba por su boca al pronunciar el nombre de Daomeh, gritó que era inútil y un desperdicio de voz, aferrándose la muchacha a una de sus rocas mientras en pocas palabras suplicaba a Dios, poder hallar a la monja. 


Plegaria que era escuchada con rapidez al escuchar sus gritos de auxilio, atisbando Anielka como se abrazaba la mujer a los brazos de un enorme árbol qué aún no había sido arrastrado por la corriente; permaneciendo firme a él mientras soportaba el frío. —Yo jamás había sido tan feliz de ver tu rostro. —expresaba Daomeh al ver a la jovencita llegar hasta ella y tomar su brazo. —Soy tan tonta. —sollozaba en medio de su turbación. —Pudiste haber muerto por mi culpa. 


—Hay que salir, debes aferrarte a mi brazo solo así podremos llegar a la orilla. 


—Daomeh no lo lograré, él se ve tan enojado y creo que es conmigo que lo está. —tenía Daomeh a soltarse del árbol, porque eran sus aguas causante de muchos temores. 


Mostrando  sabiduría y un  alto grado de fe la monja qué hasta ahora había sido juzgada, por su aventurero corazón. —¡Quieres saber cómo aprendí  a pelear con su furia! Era solo una niña frágil e indefensa, huía de varios hombres que al verme sola por el bosque solo querían mal para mí, mi única escapatoria fueron estas aguas me arroje a ellas sin pensar. —derramaba la jovencita llanto al revivir el funesto recuerdo. —Luche contra ellas por sobrevivir, llevándome estas aguas al único hogar que recuerdo, Y Hardd. 


—Y siempre serás de nuestra familia. —mostraba un fuerte quebranto Daomeh, a lo que ahora conocía de Anielka. 


Sosegando así el pánico de la monja que confiaba en ella hasta llevarle a la orilla, recibiendo Anielka de las demás un gran aprecio y halagos. —Si hubiera un reto de una guerrera valiente, tú serías la gran heroína, nadas en las aguas de Dalta como una sirena, cuando este río sólo le enfrenta el más audaz y astuto nadador. 


—Si eres tan valiente.


Escuchaba cada palabra de sus bocas mientras expulsaban el agua que habían tragado de las aguas, mostrando angustia Daomeh —No le digas a Sarag lo que pasó aquí harás  que me expulsen. —suplicaba llorando la monja. —prometemos guardar tu secreto y no decirlo —se refería Daomeh. 

 

—Puedes confiar en todas, pues ahora puedes guardar este secreto. —insistía la más joven de todas, que no pasaba de los quince años. 


Ganando confianza Anielka de quitar su capucha y despojarse de lo que cubría su cabeza, liberaba sus cabellos de los fuertes ganchos y dejaba a la luz del sol qué era de un color  negro como las alas de los cuervos; revelando con el pasar de los minutos como se ensortijaba y resaltaba la magnitud de su belleza. 


—Son crespos grandes y negros. 


—Que bellos. 


Se mostraba risueña Anielka de como admiraban su cabellera. —¡Cómo eran sus cabellos!


—El mío era claro y ondulado, su color era como un campo de trigo. 


—El mío también. 


—¡Y el tuyo! —interrogada también a Daomeh. 


—Era rojo y crespo como el tuyo. 


—Entonces debió ser muy bello. 


—Anielka eres muy bonita, tus ojos amarillos piel blanca adornado con el tono de tu cabello, te haría resaltar en el mundo. —se expresaba la monja más joven, qué no pasaba de los quince. 


—Soy una monja azul, y ustedes también son bellas —decía al volver atar su cabello, y cubrir —Es mejor regresar —ordenaba Anielka, mostrando las tres una fuerte confusión de ver el triste llanto que derramaba Daomeh,  como si hubiera perdido los más valioso. 


—¿Daomeh que pasa?


—¡Sí qué pasa!


—Mi esfera le perdí ahora no tengo, como diré a Sarag que la perdí moriré sin ella. 


—No morirás ahora. 


Con sus ropas secas al contacto con el sol regresaban a Y Hardd, fingiendo todas al traer sus cestos llenos de higos observaba Rhian el rojizo en los ojos de Daomeh, que aparentaba  estar sonriente  y feliz en medio de la amargura de su corazón, planeando con malicia en cada uno de sus pensamientos qué podía robar, una de las tantas esferas qué estaban bajo el techo de Y Harrd. 






📚Gracias por su tiempo y apoyo, no duden en ayudarme con una crítica si hay algo por mejorar; quedaré atenta para cambiar lo que le falte a este capitulo. 


Comentarios

  1. ¡Hola Katrina! ¿Cómo estas?
    Tu historia es super adictiva, muchas gracias por traerla, espero la siguiente parte <3

    Bonito sábado <3

    Diana de Aventura En Libros <3

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  2. ¡Hola!
    La verdad es que la historia sigue enganchando. Quizá revisa un poco la puntuación, porque a veces se complica entender alguna frase. De todos modos, lo dicho, una historia curiosa.
    Un besote!! ^,^!!
    ELEB 💜

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