PARTE TRES

ASESINO DE REBAÑOS 


Observación hacia Muistan el corcel al hombre de aspecto rústico, y de actuar desmandado, porque era su espíritu aislado de la luz y preso de un mundo donde solo le hacía vivir torturas; desesperado trataba de recoger el excremento de los establos y acomodar la paja fresca, no dejando de mover sus dedos que era muestra de su ansiedad. Incomodándolo el corcel al percibir  que no paraba de ver su actuar desmedido, — ¿Que miráis? Si estoy loco sin tan solo pudiera comprar un poco de la medicina………tu serías perfecto cuánto darían por ti podría tener medicina de Belial para muchos días. — con malicia en su mirar se aproximaba al corcel, y tocaba la cerradura tentado por la maldad, recordando que aún descansaba el amó, y Kurt en la tierra de los rebaños estaba.

No imaginando qué de vuelta Kurt estaba de los campos , qué  alarmado volvía ante su amó con otros siervos conocedores de los buenos pastos. —¿Que noticia traes de los rebaños a esta hora,  apenas comienza el día? 

—Un animal de fuerte pisar hambriento como un oso pero ágil al correr, devoró anoche tres del rebaño. — respondía Kurt alertando a Mark.

—¿Es verdad que es el lobo más alto de Snoigan Berg? —preguntaba Mark curioso del animal, pues era de fama en aquellos Alpes.

— Si mi señor es el más alto de los lobos salvajes, — respondía el siervo conocedor de esas montañas por años.

—Ahora viene a mis dominios, hoy seguiremos su rastro y la sangre será nuestra guía, llevaremos con nosotros a uno de nuestros rebaños; porque será carnada para el enemigo.

La ballesta de enormes flechas negras observaba Mark al entrar a aquel aposento, que solo su siervo Kurt conocía como el. — Cualquiera diría que tiene un don y un misterio, al poder tomar está arma tan pesada, sin ser vencido por ella. — trataba Kurt de tomarle,  siendo tan gruesa que sus flechas podían atravesar una pared sin ser quebradas.

— ¿Porque hablas así? Tal vez solo soy ágil, o un truco. —decía a Kurt, mientras le ponía en el forro para ocultar de los demás — Solo tu y yo haremos casería, lleva tres armas de fuego contigo, no sabremos a qué atenernos hoy si el sol cae primero que hallar su rastro.

Cruzaban Mark y Kurt el pasillo que comunicaba su casa del establo, y a gritos corría uno de sus criados más jóvenes dando voces. —Alarmas a todos con tu ruido, ¿que fue eso tan horroroso?— expresaba Kurt no sospechando que podría ser.

— Aquel funesto hombre de dentadura pérfida, se ha llevado a Muistan el corcel de mi amó.

— Qué, ¿Cómo sabes que fue el?

— Mi señor Mark, tampoco su presencia hallamos como su corcel.

Enfadado Mark se llenaba de irá y procedía a cambiar el plan.—Ya no llevaremos algo del rebaño pues serán dos los que casaremos, Muistan no lo dejara cabalgar como el piensa trae a golau y ondrag.

La mañana caía y el frío intenso no dejaba ver un rayo de sol, en la empinada montaña, horas de cabalgar a paso lento al descender por las rocosas colinas, le dejaban divisar pisadas frescas de su corcel por ese sendero. —No están tan lejos.

—¿Porque cree mi señor que el vendría por éste caminó?

—Porque vendría el por este sendero, buena pregunta; porque no es tan bruto como pensamos, el pensó que si se atrevía a pasar por el camino libre de altibajos tendría que cabalgar cerca de Barah; por eso eligió este el cual es peligroso pero si se logra bajar llegará a la gran plaza, y justo donde compran los contrabandistas.

— A ellos no les importa ser honesto, que te dice tú corazón que el corcel está vivo aún; pues iba con un loco el cual pudo rodar si no era pasivo al bajar está montaña.

— El es atravesado y poco sabio, pero Muistan es más inteligente y conocedor de estás colinas; mi padre solía traerme aquí y enseñarme el riesgo de ellas.

La niebla cubriendo el suelo de las colinas, no dejaba ver su paso cabalgando el demente hombre sin saber dónde pisaría el corcel —Maldita sea estoy perdido, ahora que haré no solo soy culpable de aquella anciana ahora tu amó me busca para ponerme en una celda; o tal vez algo mucho peor. — arto de oír al ignorante hombre, solo vigilaba el suelo Muistan antes de dar su pasó, frenando al observar lo que se ocultaba tras la niebla. —¡Porque frenas! anda ahora.— gritaba al corcel frenético de miedo, por qué sería capturado.

—Maldita bestia — decía al querer golpearle arrojándolo al suelo, le hacía rodar hasta la orilla logrando ver con claridad de como le salvaba, de una muerte dolorosa— O por Dios eres tan amable y bueno —decía mientras ponía las manos en su cabeza al girar — Regresa con tu amó yo tratare de pasar este profundo barranco, arrojarme al río no es una opción muy viable; mi cuerpo se rompería en mil pedazos.— decía mientras observaba aquel profundo abismo,

Tratando de hallar como pasar hasta la otra colina, su mirar alcanzaba a atisbar aún en medio de la niebla, llamando su atención algo que se movía en medio de ella. — ¿Que es? — se preguntaba sin saber de qué se trataba, relinchando eufórico he histérico Muistan al golpear el suelo, le daba a conocer al hombre que era un gran peligro.

El eco de su relinchar retumba por el bosque y el vacío de las colinas, que llegando hasta Mark se dejaba guiar hasta el, hallándole solo sin la compañía de aquel bárbaro. —¿Dónde está? —se preguntaba Mark, desmontando sus corceles para caminar hasta la orilla,

— No deseo esto, pero creo que cayó. — lamentaba Kurt la muerte dolorosa.

Tropezando Mark con el que acurrucado se ocultaba entre la maleza. —Tus botas son irreconocibles, cuando sea rico haré una de esas.

— infeliz — solo protestaba Mark al tomarle de su chaqueta.

— No, perdona por favor prefiero que me lleves a tu casa y servirte, que quedarme aquí con ese monstruo.

— ¿Cuál monstruo? —preguntaba Kurt al mirar a su alrededor.

— Pregúntale al corcel.

— Crees que no recuerdo que eres un adicto, ahora que lo pienso te dejare aquí.

—Nooo, no — suplicaba a Mark con lágrimas que mostraban sinceridad del miedo que sentía, llamando la atención de Mark le obligaba a caminar la colina para cruzar el río, y así lograr llegar hasta los bosques donde habitaba el devorador de rebaños. —Por favor déjame subir al corcel el nos sigue — suplicaba a Mark siendo ignorado por ellos, pues pensaban en su adicción por la medicina de Belial —Por favor.

—Calla — gritaba Mark asustando al loco hombre —¡Crees que te voy creer! hablas y haces todo lo opuesto que no se si escuchar tu historia.

— Te lo juro era tan enorme como un oso y reía como una bruja, soltando de su boca la más horrible babaza teñida en sangre. —observaba Mark a Muistan al oír, deseando que el hablara para creer en el bárbaro.

Siguiendo su camino con la gran duda en su mente, caía la noche hasta llegar a la montaña, que le llamaban Dokennna la cueva del depredador, colocando grandes y gruesos abrigos pasaba uno al hombre que no sabía cómo tratar, pues no le conocía un nombré. Porque desde la niñez le había olvidado por su adicción —¡Cuando regreses a casa me matarás! 

—No soy un asesinó ni me divierto haciéndolo, tu castigo solo será más severo. — le expresaba mientras miraba a su alrededor.

—¿Me crees no es así? 

—Porque habría de hacerlo. —volvía a recordarle como difícil era ganar la confianza del hombre, al que robaba.

Levantándose ataba sus manos al corcel que montaría, de regreso a casa, expresando con lágrimas en sus ojos que no se alejase el, caminando Mark hasta Kurt se acercaba a una pequeña colina rocosa y montaban guardia allí.

Apuntando Mark su ballesta pensaba en muchos conflictos que aún le ponían triste, hablando a su oído aquella que siempre le había guardado del mal, de cabellos rojos y largos vestía de una armadura plateada, y suave velo en su falda de extensas aberturas que dejaban al descubierto la desnudes de sus piernas, mientras cubría su cabeza hasta los pies el manto escarlata, cuando sus alas no utilizaba; desde su niñez todo lo bueno susurraba Leld al oído de Mark, y le guardaba aún cuando le ignoraba toda enseñanza pura y sabía—Aún no pides una disculpa a Kurt, pues el es como un hermano mayor para ti. —le hacía sentir esa liberación de pedir perdón, a su gran siervo.

—Kurt. —prorrumpía su concentración Mark, tomando valor de hacer lo que le hacía grande en verdad.

—¡Que mi señor! 

— Yo pido una disculpa por aquel día bajo el festín de estrellas, no soy un amó como mi padre el era más noble.

— No mi señor solo es un poco más temperamental, ya me he acostumbrado.

— A mi mal trato.

—No soy tratado mal, mi amó es justo y noble; hablando de este tema no a ido a los brazos de su amada.

—Hasta mañana lograré verle de nuevo. — decía descansando su alma de lo sucedido.

—¿Ella ya se decidió por algo más contigo? 

— Que pregunta tan fuerte, —decía con una expresión de risa — No aún sigue firme y eso habla mucho de mi esposa,

— Lo que ella no sabe es que tú sufres, con su decisión radical.

—¡De que hablas!— se refería Mark mientras hacía una observación al hombre, que nervioso no dejaba de mirar de un lado a otro.

— ¡Le crees! — le interrogaba Kurt

—Es un poco difícil.

—Debes creerle — susurraba Leld a su oído,queriendo mostrar lo que a ella le era visible. —desentendiéndose de su pasivo hablar, al ver aquella fiera en lo alto de la colina.

—Es esa su guarida entonces, es enorme.

— Y majestuosa— se refería a ella Kurt con tristeza.

Fijo en ella apuntaba la flecha, tocando su corazón la imagen de los tres que sus siluetas en la sombra dejaba al descubierto, la madre con sus cachorros, qué hacían brotar  lágrimas de sus ojos diciendo Mark —Como podre destruir algo tan hermoso, se lo que sentirían ellos al crecer y recordar cómo la perdieron cuando eran pequeños.

— Entonces no la matarás.

—No  lo haré, jamás no me lo perdonaría.—expresaba destrozado no atreviéndose a preguntar Kurt, pues conocía su dolor. —Regresemos a casa. —oteaba Mark por última vez al animal y su actitud como si se alertara, llamando su atención giraba para observar una vez más al bárbaro. — Kurt,

—Que mi señor.

— Nuevamente escapó — enfadado se acercaba Kurt hasta el laso, que aún se hallaba en el suelo, logrando sentir el olor fuerte a sangre, — El tenia razón algo más nos vigila, porque no le creí. — decía Mark enfadado con el mismo.

—Mark no te culpes,

— Libera a los dos corceles, para que puedan correr. — tomaba Kurt las correas de los corceles, y el chichado que provenía del otro corcel oían, angustiando a Mark que disparaba sin saber dónde se hallaba. — Maldita sea, ¡quien eres muéstrate! —tomando su brazo Leld transmitía calma a su desenfrenado espíritu, bajando Mark la ballesta esperaba con calma, mostrando su presencia con gritos que provenía de aquel hombre.

— Ayuda Mark, ayuda no dejes que me devoré.

—¡Dónde estás! 

—Aquí.

—Dónde.

— Noooooo. — se sentía el chasquear de las hojas, y como jugaba con burla en la oscuridad.

—Di algo por favor — expresaba con ira mientras disparaba flechas al azar. —¡Kurt, Kurt dónde estás! —exclamaba con su respirar agitado, por frustración de no ver a ninguno de los dos.

Ocultándose Kurt se arrastraba porque su sombra atisbaba en medio de los pinares, rosando el agua fría que al caer congelaba su cuerpo, — Dios— exclamando por el dolor. 

—Kurt. — escuchaba al hombre al musitar de su voz, mientras temblaba. 

—¿Dónde estás? 

—Aquí bajo en la raíz de este árbol, el juega conmigo como si fuera un indefenso ratón. —decía el adicto mientras gemía de miedo. —Se acerca Kurt se acerca.

— Calla tu voz. — pedía Kurt refugiándose en el agua, sintiendo dolor en ella, porque era su frío tan dolorosa como un puñal.

Sus garras sentían  al pisar la raíz que refugiaba al bárbaro, olfateando al jugar con el sentir de su carne, y sangre caliente, que se mezclaba con el miedo que eran la cena perfecta, oyendo Kurt el reír de la bestia al  zambullir de las aguas, le obligaba a bajar de la raíz obsesionándose con el sentir de uno más sabio y justo, mientras se ocultaba en las ramas. 

 Posando sus ojo frívolos que alumbraban en la noche como dos esferas, no ocultándose ante el se hacia Kurt presente mientras apuntaba el arma contra lo que aún desconocía; burlando en su juego a Kurt regresaba por el otro hombre, el cual tomaba de su cabeza y le apretaba sin traspasar, mientras le sentía gritar en su boca.

Disparando Kurt en repetidas ocasiones su arma, una gran impresión se llevaba porqué no afectaban al animal; sintiendo desazón al no lograr liberar al hombre. — Kurt por favor no me dejes morir — suplicaba mientras la bestia lo disfrutaba, decidiendo devorarle le soltaba al suelo tomándole de su chaqueta y sacudiéndole  agresivamente, en repetidas ocasiones. 

Cesando la bestia al incrustar de una fuerte lanza, que le  obligaba a soltar al hombre. — ¿Que eres? — se preguntaba Mark, desafiando su deseo de matar, al apuntar su ballesta.

— Mark a  el no lo matará una flecha, o un disparo de sus armas mortales debes ser fuerte — decía Leld mostrándose ante la bestia, que obligada a girar  por su presencia detenía su boca, porque le reconocían todos los que su cuerpo utilizaban para hacer mal. —Son muchos pues yo les conozco, porque el hijo sabe de ustedes y me previene de todos conozco sus rostros y quienes fueron. — les gritaba Leld dando  voces atormentadas en contra de ella, a todo animal del bosque despertaban de su agradable sueño, porque eran sus gemidos un horror en el bosque que solo había paz. 

 Soltando Mark sus armas al suelo atemorizaba a Kurt y el bárbaro, no importando de lo que se enterarían los dos que le acompañaban, esa noche sin arma en su mano le golpeaba y peleaba con el como si tuviera más fuerza que su opresor, doblegando Mark al suelo a la bestia mientras sus manos habrían su boca, no pudiendo sus colmillos enterrar; observaba a Leld la bestia que dominados por otros lograba vivir, pidiendo ella qué su fuerza fuera más que la de ellos, desgarraba Mark su boca y partía en dos su cabeza dejando fluir toda su energía y potencial, para así salvar a los que le veían.

Su cuerpo sin vida observaba  Kurt y el bárbaro, y sentían temor de Mark, por lo que eran sus manos capases de hacer, logrando pararse del suelo sus manos miraba porque cuenta se daba de como se multiplicaba su fuerza; sintiendo un leve desmayó caía al suelo inconsciente, cargándole el bárbaro en sus hombros para salir con Kurt de allí. 



HASTA QUE EL SOL SE OCULTE 

Callados sin comentar lo sucedido atendían a Mark tanto Kurt como el bárbaro, fingiendo que algo más había ocurrido a todos los siervos, como a su hija Anja; el calor de su cuerpo intentaban controlar no  comprendiendo porque fría era la noche, y ardía en fiebre, angustiando a Kurt que no salía de su asombro como tampoco el bárbaro.

Una noche de poca calma pasaba Kurt,  caminando de un lado a otro por el pasillo que conducía a su alcoba; mirando una y otra vez  se cansaba de hacerlo al ver que su dormir era profundo, como lo solía hacer cuando niño  cayendo en lo profundo de una pesadilla, habría sus ojos Mark despertando con poca calma, llegando a su memoria lo que había sucedido, sobresaltado se levantaba sintiendo  su cuerpo adolorido y el cansancio en su rostro, apresurándose a encender más velas en la mesa  tomaba un vaso de agua fresca, porque sentía calor aún en medio del frío. 

— Madre hoy no pude guardar más este secreto, y me atormenta al no saber cómo lo tomarán los que conozcan esto de mi. 

 Con debilidad en su hablar expresaba su preocupación, recordando también a la bestia pérfida que dudas causaba en su pensar, observaba Leld su decaído espíritu acariciando su rostro, alcanzando a sentir el sudor de su piel; el cual le parecía suave y agradable, siendo sus manos para Mark una frescura perfecta. 

— Ángeles fueron arrojados del cielo en el pasado  por dormir con las hijas de los hombres, eres bello para mí y perfecto no eres uno que se centra en como será su físico o el grueso en tus brazos; pero aún así al sentirme atraída por un hijo de hombres no pecaría pues mi obediencia es con el hijo.

 El sueño lograba dominar su cuerpo otra vez más, y dormía hasta que el cantar de los pájaros a su ventana llegaba  con el recuerdo de un llorar angustiado por sus pesadillas; sintiendo aún el ardor del fuego en su cuerpo lograba abrir su puerta su madre y le tomaba en brazos, apretando su mano con fuerza sentía ella que sus huesos triturada, expresando con gritos el dolor. —Mark me lastimas.

—No fue mi intención discúlpame madre. 

Decía el chiquillo con el rostro asustado, que tomando su mano besaba con pureza de labios.

— Todo lo puedes confiar a tu madre, ¿dime qué te llevo a tener tal fuerza? —nervioso  y atemorizado, no sabía si hablar o callar como siempre lo hacía. — Hijo mío habla pues yo seré tu consejera, y no te dejaré por nada sin importar lo que te sucede.

— No es mi fuerza producto de mis pesadillas, mis sueños solo me hacen sentir irá; pero mi fuerza siempre está ahí. —contaba el niño a su madre, al ganar su confianza y sonreía ella mientras le abrazaba.

—Una vez al pasar ya tantos años le dije a Dios, que me hacía esperar mucho y que esa espera merecía recompensa; no imaginas lo que pedí.

—¿Dime que fue lo que pediste?

— Pedí aún hijo más fuerte que el león, y que todos los que le conocieran se asombrarán de su fuerza; pero que ella no fuera producto de desmesurados músculos sino del valor de su espíritu.

Concentrado pensaba en esto,  trayéndolo de vuelta Kurt de sus lejanos recuerdos. 

 —Mi señor llevaré la gran lana al mercado, hoy hombres de otra tierras vendrán será buena venta. —le hablaba  Kurt como si nada pasara.

—Pregunta.

—¿Que mi señor? 

—No tienes porqué negarte a qué sientes curiosidad. —se refería Mark con la seriedad en su rostro.

—Yo respeto tus secretos y no haré preguntas de ellos.

—Temo llegar a lastimar a todos los que amo, quiero que mis manos no destruyan lo bueno.—dándose cuenta que sufría Mark  por sus actos, le escuchaba Kurt queriendo conocer más; de la clase de hombre que era su amó.

—Tu padre y Madre supieron bien como esconderlo, temo no por lo que puedas hacer con ellas si no por lo que te llevaran a cometer; no solo la bestia de aspecto aterrador da vueltas en mi cabeza también mi amó. —se expresaba con franqueza Kurt, no fingiendo su desazón por el.

— Mi padre no lo sabia, solo mi madre y Mandalg; si el lo hubiera sabido no me habría permitido entrenar con Mandalg.

—Entonces hubiera sido sabio de tu padre, solo serías un entrenador de corceles y un pintor observador de la creación; tu padre solo era amador de  los corceles y soñaba como si fuera un niño a Tranang conocer, un pasivo y sabio hombre.—sin temor Kurt hacia de su comentario una crítica. 

Levantándose Mark de su silla, tomaba el grueso abrigo que había sido el último obsequio de su padre, y decía con enojo.—Hoy no regresaré hasta que el sol se oculte. — al cruzar por la puerta, reconociendo en su interior que era sabio Kurt.

Por el sendero por el cual había cabalgado la noche anterior, volvía a cruzar porque era un motivo de misterio para el tal proceder de la bestia; queriendo volver a ver su cadáver pasando cerca de él se desconcertaba aún más al descender de Muistan, y ver, como su cuerpo era reducido con su piel pegada a sus huesos. 

—Créeme que he  visto mucho con el pasar de los años, entonces es ahí donde más me preocupo y siento miedo por quienes habitan Snoigan Berg. 

Con tardanza en su paso Muistan no dejaba de observar  con nerviosismo, porque siempre intentaba proteger a su amó del peligro, sintiendo la confusión en el Meyers. 

—¡Temes por mi! descuida no hay peligro a la luz del día, hoy mi único peligro será caer prisionero de Erona. —expresaba Mark al bajar del corcel, y caminar hacia aquella casa. 

 El fuego alumbrar la alejada y lóbrega casa, que cubierta de los más altos pinares le hacía digna de todo secreto; ansiosa sus manos veía retorcer al apretarles sentada en el sillón con un rostro pasivo, pero deseoso de ver el que su larga espera hacia de esa mañana eterna.

—Amo los listones de color rojo en el cabello de una chica.—confesaba Mark al entrar por la puerta.

—Me gusta usarlos pues es el recuerdo que aún somos puras, y llevamos algo de niña adentró. —replicaba con una mirada coqueta, pero a la vez temerosa de conocer todo lo que faltaba por vivir.

Con un tocar de sus labios disfrutaba Erona de la exquisitez de su boca, mientras se juntaban sus cuerpos al recostarse en el sillón; acariciando su cuello Mark saboreaba su piel queriendo rozar sus labios por sus jóvenes pechos, que eran para el lo más rico que podía probar su boca, deteniéndole Erona  al levantarse de el cómodo y antiguo sillón.

— Mark disculpa. — con vergüenza y timidez, trataba de expresarse Erona — Solo te pido que me esperes.

—Soy yo quien debo disculparme. —decía en total calma, con un beso en su frente.

 Poniéndose de pie traía madera y reforzaba el fuego, el cual observaba con concentración; notando Erona preocupación y cansancio  en su semblante; qué confundía con lo sucedido con ella. 

—¡Estás enfadado! pues es la cuarta vez que te prohibido. 

—No nunca me enfadaría, si te amo debo ser paciente.

—Yo no te culpare si has buscado en otro calor, aquello que te hace falta.

—¡Que dices! no a habido otra chica en mis brazos estos cinco meses que no sea Erona Dirvarag; es la naturaleza egoísta de mi género decir que no puede vivir al esperar, yo me he  vuelto célibe estos cinco meses. —sorprendida de el creía en su palabra, porque le conocía añorando ser su esposa.

—Aún no logro describir lo que pienso, siento como si algo más hubiera en ti  y no logro conseguir saberlo. —escuchaba Mark temeroso de sus palabras, porque aún no era visible toda su identidad.

—¡Tal vez es que no era tu gusto una cabellera clara, y que no rozará el techo del templo más alto! —recordaba Mark los insultos en medio del miedo, por reconocer que era de su agrado.

— ¡No era así! jamás he  pensado que la grandeza del hombre  está en su estatura, está en su mente y actitud, esa es su fuerza, y sobre todo que halla nobleza es lo que más me agrada de un varón —acariciaba Erona sin parar su cabellera, y le relaja al hundir sus suaves dedos en ella.

—Sabías que suelo pasear en la noche, pudiendo así caminar entre los osos y disfrutar del canto de los lobos. — recordaba Mark que algo quería presentarle,

—No te creó.

— Dijiste que creías en mi, hoy te llevaré hasta cruzar el río, hay algo que quiero mostrarte. 

Tomaba Erona el pequeño cesto que llevaba, y dejaba su corcel seguro hasta su llegada; cabalgando recostada a su pecho soñaba con un futuro atada a sus brazos lejos de los temores, de no poder alcanzar esa felicidad.

Cruzando Mark las aguas de sonergar el gran río de Snoigan Berg, donde se volvían más pesadas; porque un miedo se apoderaba de su corazón de lo alto de la montaña. 

— ¿Vamos a las colinas de Dokennna? dicen que allí moran los lobos de Snoigan Berg.

— Es allí donde quiero que observemos,  la colina que se halla  frente a Dokennna hasta que nos dé una oportunidad la paciencia, de ver lo que Kurt y yo vimos en aquella roca.

Confiada en el se dejaba llevar por el sendero, disfrutando Mark de su compañía hasta llegar a la colina que dividía la guarida del lobo; por un profundo y imponente abismo. — ¿Es aquí donde pasaremos el resto de nuestro día? Es hermoso desde aquí puedo apreciar todas las montañas, solo que….. ¿trajiste un arma contigo? 

—¿Porque piensas que te dejare devorar por uno de ellos?— le burlaba Mark , reconociendo que el era el único que le observaba ese día, alzando sus manos al acercarse apretaba su cabeza con suavidad —¿Tu crees que yo te dejaría morir? con mis manos aplastaría su cabeza antes de verte morir.

—Yo no creo que estás manos suaves, y delicadas puedan ser capaces de tanto.—decía al quitar sus guantes de cuero, y rosarlas por su mejilla, sintiendo un gran temor Mark de sus palabras. — Mejor comamos y gocemos del rico dulce.

—¡Acaso piensas empalagarme con el dulce para después efectuar algo más! 

— Yo no soy bruja, pero soy una joven chica perdidamente enamorada, del hombre más misterioso de Snoigan Berg.

Ponía Erona en su boca y consentía al hombre con que soñaba toda noche  que era su esposo, vaciando su boca Mark besaba sus labios disfrutando Erona de su apasionado beso, que sabía al chocolate más hechizante de todos;  dejando caer la tarde  hasta que el sol se ocultase.

—¿Has oído del nuevo reto de las esferas?—preguntaba Erona. 

—Si aquel que logre cantar la  mejor de las canciones, y su voz sea como la de los ángeles mismos; logrará riqueza y ganará la atención de todos, veo a todos pelearse por hallar esa voz y el gran cántico que los ponga en un trono, y olvidan que hay hambre y guerra. 

—Una vez cantaste para lograr que sintiera celos, de ver como aquellas que son para  mi  mis hermanas, te observarán al oír qué tu voz era hermosa. 

—Es hora ven — pedía Mark, parándose frente a la gran colina— Ella saldrá en cualquier momento.

—¿Como sabes que es ella?

— Lo podrás descubrir también.

No acababa de hablar Mark, y se hacia presente ante ellos, no ocultándose de el pues le reconocía como noble, por dar una oportunidad a sus cachorros de vivir junto a ella. — Es muy grande — sorprendida Erona, no sabía cómo asimilar al verle, pues era más grande de lo normal. — Sus cachorros son bellos como ella —guardando silencio le observaba por un momento, y divisaba el gran hombre que era —Mark quiero darte hijos.

Impresionado Mark de su comentario sonreía al imaginar que así fuera. —No temes a todas las veces que tendré que hacerte el amor. 

 Con el rostro sonrojado tomaba fuerza de expresarse ante el. —Espero te guste lo que verás.

— Me fascinara y mis labios lo  amaran, todos los días de mi vida



EBRIOS DE MALDAD 

Cuando caía la noche los hombres nobles  y de buen portar,  de vuelta  al abrigo de su hogar se marchaban; no vagando en la maldad de las calles; pues era allí donde el mal camino se cruzaba en el sendero recto de sus vidas, en medio de la sombras donde todo deseo oscuro tenía progreso, seduciéndolos con todo  placer que ofrecía el estar ebrios del vino, oh nublados con la medicina de Belial. 

Las casas de las apuestas  qué se resguardaban en las sombras por sus actos, eran las favoritas de tales hombres, que entré  risas  y aplausos; disfrutaban de las bestias que entre ellas colocaban en discordia hasta ver su sangre teñir el suelo, Calercad el contrabandista torturaba en su afán de ganar, y siempre dominaba al ser rey de las peleas. 

— ¡Dónde conseguiste ese lobo de colmillos dominantes! — gritaban eufóricos, al ver al animal destrozar a su contrincante.

— Es un lobo de las colinas más altas de Germania, negro como cuervo solo a traído fortuna a mis bolsillos.

— No me párese tan asesino.—callaban todos al observar a Oter.

—“¡Así entonces dime! “¿Qué tiene Oter en su poder que pueda destruir a negro? —interrogaba en su arrogancia Calercad,  seguro de si mismo.

— Tal vez no conoces de mi hablar con las tinieblas, y mi devoción por todo lo oculto.

— Oter asegura bestias cuáles no habíamos visto, pero yo pienso que en esa arena debería estar Mark Meyers contra todas las fieras de las apuestas. —prorrumpía Barah a su entrada, con un comentario que llamaba la atención de todos.

— ¡Meyers! que comentario tan ofensivo, ¿Acaso es un monstruo? Jajaja. 

Burlaban a Barah, porque no sospechaban lo que el si pensaba del heredero de los Meyers.

Soltando Calercad a su fiera en la arena una vez más, instaba a todos a divertirse una vez más. — ¿Quien quiere enfrentar mi hijo más amado?.

— Yo. —respondía un bárbaro de gran poder por el oro, soltando su consentido .

Las pisadas del  gato de pelaje negro, y reluciente; demostraba el poder y la  fuerza en su  voz, clamando por el con  euforia ganaba los aplausos  desafiando Calercad en medio de lo celos, que una apuesta de gran oro habría esa noche sabiendo que no perdería ante  el gato negro, bolsas de  quinientas monedas de oro sacaban los hombres y apostaban por el gato, dejando claro Calercad que al perder todo el oro apostado sería suyo.

— No tememos a tu lobo anciano, jajaja.—decía el público,  subiendo la reja Calercad con su posición firme.

Retándole le rodeaba el gato de dientes poderosos como las dagas, y garras como el fuerte acero. — Desgarrara  su carne  al rozarle—aseguraban entre ellos.

Desentendido de la arena el hombre de más oro esa noche, observaba con obsesión a una de las chicas que obligada a complacer otros deseos le habían traído hasta allí; tomándole Oter de su mano le hacía soltar la bandeja de oro, con los más ricos vinos de Snoigan Berg, sentándole sobre  sus piernas mientras pedía  a la chica  un buen besar; fastidiando a la joven  la brusquedad con que acariciaba los labios de una mujer, alucinaba Oter  por el vino  contemplando el rostro de aquella pastora que deseaba con todo pensamiento malicioso, llenándose de todo deseo  al ver la risa de sus labios  cual se  desvanecía ante el, al querer besarle,  solo hallando  el rostro de aquella chica atemorizada.  

— Lárgate. —le gritaba al arrojarle al suelo, en medio de las voces que daban que una victoria inesperada. 

Unas garras de acero, y dientes como dagas; no había sido para el lobo una tarea difícil destrozando a la pantera, expresando una risa frenética y mordaz  Calercad. —jajaja todo el oro es mío — airando al bárbaro  en su orgullo.

— Estás apuestas son aburridas. —observaban a Oter, ganando la atención de todos con sus palabras.

—¿Dices aburrido? —no comprendía Barah lo que decía.

— Si aburrido siempre vemos lo mismo, un lobo de aspecto lóbrego ganar en la arena; no hay variedad.

— ¿Y que propones?

— ¿Si dinos? — le preguntaban a Oter.

Aproximándose Oter hasta la chica, le tomaba de su mano haciéndole caminar hasta la orilla. 

—¡Imaginen a esta chica luchar por sobrevivir a los feroces dientes de tu bestia! 

— ¿Que dices? reconozco que procedo a vengarme con estos actos de mis enemigos, pero no arrojare  a esta chica, es inocente. 

Se refería Calercad a su propuesta, al observar la turbación en los rostros de sus invitados.

— Calercad tiene razón. —le daba la razón Barah, mientras bajaba discretamente, la mano para tomar su arma.

— No hay nada de malo en ello. 

Viendo la perdición en su conducta, actuaba Barah y sus escoltas apuntado las armas a Oter; porque compadecido estaba de las lágrimas de la chica que torturaba.

Levantándose en armas todos los que las poseían apoyaban a Barah, y sus secuaces al ver los escoltas de Oter apuntar contra ellos. 

—  Suelta a la chica no queremos la masacre de todos estos nobles — pedía Calercad, dejándole claro a Oter su sospecha. — Yo soy un cretino y  hago todo tipo de  mal acto por  poder, pero no soy admirador de Luzbel señor del oro; crees que no se de tu romance con las tinieblas, ¿A cuantas chicas has sacrificado?

En silencio Oter su comentario escuchaba, mirando a su alrededor todos los hombres, que le conocían esa noche presentes. 

— Mis disculpas a todos 

Soltaba la chica dirigiéndose ella a Barah, para resguardarse del malvado hombre, que se retractaba de sus actos. — Fue el vino en exceso.

—¡El vino en exceso o la medicina de Belial?—Interrogaba Alper al entrar, haciendo alarde de su llegada. —¡Vamos que son esas caras! sabemos bien que preferimos la oscuridad que la luz, nos gusta la noche para hacer maldad.

Con risas volvían a sus copas, y devolvían el saludo a Alper — El santo que fornica y bebé un poco de esa medicina, en el vino.

— Hoy apostaré mil monedas de oro.

— Ya es tarde Alper, ya se acabó mi bestia está exhausta.

— Es una pena, jajaja entones solo me divertiré ya que no habrá sangre — Tomaba  las chicas Alper,  y reía con ella en todo acto, no importando que a la vista de todos estaban.

Charlas que hacían de sus bocas más nauseabundas, y un desperdicio de palabras; al estar ebrios y perdidos en el humo de la medicina,  hasta tarde en aquel recóndito lugar pasaban, no mirando el tiempo y las horas con las esferas en sus manos que brillaban como la luna, desconociendo que era Oter tan capaz de conocer atreves de ellas sus secretos, siendo para Oter una tortura no poder saber lo que Calercad guardaba, porque aún en su avaricia sentía como eran aquellas bolas de cristal espías de los brujos. 

— ¿Ya se  marchara  el polémico Oter?—inquiría Calercad al ver, que tomaba Oter su cinturón con el arma.

— Escuché que resguardas aún magnífico corcel en tus prisiones, cuál es el precio de el

— No será vendido de este modo, será mi atracción en la gran plaza; conozco de otra adquisición que poseeré está noche. La loba más grande de Snoigan Berg; cazare está noche ella y sus cachorros estarán a la venta.

— Cuál es el precio.

— Quinientas monedas de oro.

— Te daré mil por ella y sus cachorros, llévalas apenas la domines.

— Así será.

Tomando las armas salía  Calercad  en compañía  de otros hombres, y  cabalgaban hasta  Dokenna en busca de hallar el animal. 

— ¿Crees que Oter convierta hombres en monstruos? Jajajaja.

— No lo creo hasta  ese punto, es un brujo que lee la mano. —burlaba Calercad a Oter.

 — El te compra hienas no se cómo le sobreviven, pues ya te han fallecido varias de ellas; deberías de pasar a su casa y aprender que carne les da.

Antorchas encendidas, y el espíritu inmundo  que tenían era el aviso para ella que el mal se acercaba como una tormenta; llevando sus cachorros aún lugar seguro seguía sus pasos mientras les oía hablar  desconcentrados. 

— Calercad ¿Porque debemos capturarla? Déjala libre.

— Si el tiene razón Calercad.

— Que pasa por sus mentes, ¿Acaso tienes miedo? Acostumbro a cazar bestias es por qué no han conocido las de oriente. 

Con la maldad en su sangre, seguía  firme en su plan luchando por no caer al vacío porque sus trollas eran angostas; y de enormes altibajos al subir a pie.

— “¡Moriremos aquí!”—exclamaba uno de los hombres, al resbalar su pie viendo como las rocas desprendidas caían al vacío, golpeando contra el río.

— No falta nada pronto llegaremos hasta su guarida. —volvía a insistir Calercad con su obsesión.

— Al parecer no podrás ser el próximo señor de los corceles, serás el señor de los lobos.

—¿Podrías callar? —exclamaba Calercad al oír su pisar en medio del sonido del viento. — Ella nos asecha.

Tomando sus armas apuntaban a su alrededor, al llegar a la gran caverna de Dokenna; y no caminaban  tres pasos hacia la caverna cuando tomaba por sorpresa a uno de ellos, refundiéndole en la niebla, 

— No bajen guardia.

— Lo a asesinado, ella está criando nos matará  a todos. 

 Viendo el miedo en ellos atacaba con más seguridad, desgarrando con sus dientes  el cuello de uno de sus opresores  daba  de baja a dos de sus acompañantes; porque su armadura era la niebla . 

—¡Dónde estás maldita!—se dirigía  ella Calercad, al ver  a dos de sus  hombres muertos. 

— Apunten sus armas sean ligeros, pues es ella ágil y audaz.

Saliendo de entre la niebla saltaba contra Calercad,  atrapando  su mano entre sus dientes; accionaba  el  arma  el hombre viendo como era acorralada por ellos, miraba hacia la cueva que resguardaba   su gran amor, no sabiendo  si dejar que le dominarán o pelear por vivir libre de las ataduras. 

— Toma la correa y atenla, se a rendido por amor a los que ama.

Los hombres tomar las jaulas observaba y su corazón se aceleraba al ver qué a ella se aproximaban, decidiendo que a todos les mataría se levantaba contra el hombre que le ataba quitando su vida; y  corría  a quitar  la de  Calercad; frenando su paso el único hombre que quedaba a disposición de él, le desafiaba  con golpes del  arma de gran filo; no siendo de impedimento se  balanceaba  contra el resbalando juntos  por una pequeña pendiente que llevaba al gran abismo, cayendo  junto con el  con un aullido de lamento expresaba el  dolor de sus dos cachorros solos  en el mundo, recordando aquel que su vida había perdonado, pues era un hombre diferente al de esa noche.

—¡Noo maldita sea! mil monedas de oro se han ido. 

Exclamaba derrotado en su orgullo al estar solo Calercad,  tomando  las antorchas  entraba a la gran cueva  observando  la humedad de la caverna; decepcionado Calercad de su perdida se disponía a abandonar; oyendo el gemido de los cachorros que refugiados estaban allí,  como un lobo aullaba confundiendo a los   pequeños, que respondían en su afán de sentir a su madre, solo viendo rejas  y  acero al caer en sus manos. 

 — jajaja son bellos imagino que serán como mamá al crecer, al fin de todo  Oter querrá los cachorros.












Comentarios

  1. Genial fragmento me quede con ganas de más. Te mando un beso.

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  2. Me ha encantado mucho lo que compartiste 😍

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  3. Hola
    Una de las cosas que me encanta de tus entradas es el impacto inicial que das, y ya luego el contenido que también es interesantes. Gracias por compartir
    Un bes💕

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  4. ¡Hola!
    Pues de nuevo nos dejas con ganas de seguir leyendo. Eso es genial.
    Besotes

    ♥ Amor y Palabras ♥

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  5. ¡Hola!
    Seguimos con la obra. Muy interesante, quizá pondría menos capítulos por entrada, pero de verdad muy curiosa. Gracias por compartirlo con nosotros.
    Un besote!! ^,^!!
    ELEB 💜

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  6. ¡Hola Katrina!¿como estas?
    Ya quiero saber mas de esta historia, me encanta cada parte que subes, es muy interesante, gracias por compartirlo <3

    Diana de Aventura En Libros <3

    Bonito sábado <3

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